Polonia fue muy castigada durante la Segunda Guerra Mundial y la posterior era comunista no ha ayudado a perfilar un paisaje arquitectónico amigable. No obstante, el país sigue ofreciendo un legado medieval apasionante, plazas históricas que te dejarán con la boca abierta, una buena gastronomía y un repaso a la historia reciente de nuestro continente que no deberíamos olvidar nunca.
El país es extenso y si no contáis con transporte propio dependeréis de autocares interurbanos así como trenes lentos que ofrecen rutas nocturnas en contadas ocasiones por lo que nos perderemos parte del día encerrados en el vagón.
A continuación os ofrezco un listado de 5 visitas imprescindibles para ver en Polonia tras pasarme un par de semanas viajando por el país.
1. Cracovia: la indiscutible reina de Polonia
Durante la segunda Guerra Mundial los nazis apreciaron la belleza de Cracovia y la dejaron prácticamente intacta. Su intención una vez terminada la guerra era alojarse en esta bonita ciudad.
A nivel turístico, Cracovia ofrece un contraste muy marcado con el resto del país. La densidad de turistas por sus calles principales ha generado un amplio abanico de hoteles, hostales baratos, restaurantes y bares para todos los gustos. Sorprende llegar a Cracovia procedente de lugares menos turísticos como Poznan donde tanto cuesta encontrar un hostal.
Un par de días en Cracovia son necesarios para perderse por las callejuelas del casco antiguo, la espectacular Rynek Glowny -una de esas plazas históricas que te dejan abrumado- y el castillo de Wawel, cuya visita os ocupará casi un día entero.
2. Gdansk: la puerta al mar Báltico en Polonia
Gdansk, elegante y señorial, es la puerta al báltico en Polonia. Con antiguos edificios levantando sin pináculos al cielo y un colorido constante en sus fachadas, Gdansk llena los ánimos de sus visitantes con una cromática alegría. La conocí de sorpresa procedente de un autocar de largo recorrido desde Vilnius, en Lituania, y a pesar del sueño sus encantos me despertaron rápidamente.
La puerta de Wyzynna separa la ciudad antigua de la nueva y a través de ella se abre la calle Dluga -también llamada Ruta Real- que nos muestra los edificios e iglesias más sorprendentes de la ciudad.
3. Poznan: una alternativa en Polonia
No tenía demasiada información respecto a esta ciudad que estratégicamente me iba de maravilla para realizar un alto en el camino entre Gdansk y Cracovia. Me pareció un punto interesante para conocer una Polonia menos turística y no me dejó indiferente. Sí es cierto que tuve que olvidar los precios económicos para encontrar alojamiento ya que no vi ni un solo hostal en la ciudad y acabé en un hotel de unas cuantas estrellas en la parte financiera de Poznan.
La ciudad está más relacionada con el mundo de los negocios, con múltiples bancos en sus calles céntricas, y no tanto en el turismo. Aun así, el casco antiguo parece un oasis y ofrece una bella imagen de casitas de colores e iglesias barrocas.
Poznan es ideal para visitar en un día de paso entre grandes ciudades como Berlín (a tan solo 3 horas en tren) o para cruzar el país de norte a sur.
4. El campo de concentración de Auschwitz Birkenau
Encontraréis muchos tours desde Cracovia que ofrecen visitas guiadas al campo de concentración de Auschwitz. Sin embargo, se puede llegar fácilmente al lugar usando transporte público (aproximadamente unos 45 minutos de trayecto desde Cracovia) y en el mismo lugar os ofrecerán visitas guiadas y muy bien explicadas por el personal que trabaja en este museo.
Este enorme complejo nazi destinado al horror constaba de cuatro campos de concentración. Hoy en día pueden visitarse dos de ellos: Auschwitz I y Auschwitz-Birkenau.
El primero se realiza a través de una visita guiada y ha sido reformado y -aunque el ambiente y la historia pese sobre el alma- su itinerario es mucho más amable que adentrarse en solitario en Auschwitz-Birkenau.
Este último complejo, Auschwitz-Birkenau, apenas ha sido renovado y las barracas donde se amontonaban los presos aparecen intactas después de siete décadas de lágrimas. La estación y las vías del tren que cruzan el campo de concentración os harán recordar películas memorables sobre el holocausto nazi como La vida es bella.
5. Varsovia: la capital que resurge de las cenizas
La capital de Polonia no tuvo la suerte que su hermana Cracovia y fue arrasada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Aun así, conserva un bonito casco histórico -bastante artificial y de pequeñas proporciones comparación con Cracovia- donde poder pasear y disfrutar de las terrazas en plazas históricas alrededor de las antiguas murallas de la ciudad.
Apréndete un par de palabras antes de echar un vistazo al mapa. Stare Miasto significa Casco Antiguo y Śródmieście es el barrio central donde se concentra lo mejor de Varsovia como la plaza del Castillo -o plaza Zamkowy-.
Alrededor del centro veréis que el gris de la arquitectura comunista domina el escenario con el Palacio de la Cultura y de la Ciencia presidiendo el horizonte, regalo de Stalin en sus mejores épocas.
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