Llegamos a Falmouth, procedentes de Londres, un desapacible día de octubre, tras un viaje en tren realmente accidentado. Primero, había habido un pequeño incendio en uno de los trenes anteriores al nuestro, por lo que el tren en el que montamos en la estación londinense de Paddington llevaba a pasajeros de nuestro convoy y del anterior. No había lugar para todos y por eso, aunque teníamos reservados asientos en primera clase, tuvimos que empezar el viaje de pie en el pasillo. Yo me lo tomé como una aventura, pues he viajado en peores circunstancias muchas veces en mi vida.
Después llegaría otro cambio de tren y una reducción de velocidad a 50 km/h, debido al fuerte viento que azotaba el suroeste de Inglaterra.
Finalmente, abandonamos el tren en una estación previa a la nuestra (la población de Truro era nuestro destino) y llegamos a Falmouth entre risas (es lo bueno que tiene viajar con gente excelente), con 4 horas de retraso y en taxi.
Sin embargo, toda esta aventura para llegar a nuestra primera parada de nuestro viaje por Cornualles valió la pena. Cornualles fue, para mí, el descubrimiento viajero de 2018.
Una costa dramática, una historia plagada de misterios y leyendas, unos pueblos habitados por gente amable y orgullosa, playas infinitas y calas minúsculas, grandes praderas solitarias y teatros al aire libre excavados en la roca…
Y todo empezó en Falmouth…
Un poco de historia sobre Falmouth
El nombre de esta población del suroeste de Inglaterra describe exactamente su localización geográfica: desembocadura del río Fal.
Sin embargo, sus habitantes de toda la vida prefieren llamarlo Aberfal o Aberfala, un nombre derivado de la lengua “cornish” (dialecto derivado de las antiguas lenguas gaélicas que aún se mantiene vivo en Cornualles).
El origen de Falmouth data del siglo XVI, cuando el rey Enrique VIII decide construir el castillo de Pendennis en este lugar, con la idea de defender Carrick Roads. Más tarde, con la Armada Invencible española apareciendo en el horizonte como una terrible amenaza, la fortaleza se renovó y reforzó, se construyó una iglesia y la ciudad comenzó a desarrollarse.
Desde finales del siglo XVIII, Falmouth ha sido un puerto vital en Inglaterra. Desde aquí se defendió el canal de La Mancha, tanto en la guerra contra Francia y España – fue el primer puerto inglés al que llegaron las noticias de la victoria en Trafalgar y la muerte del almirante Nelson – como en la Segunda Guerra Mundial, en la que sirvió de base para tropas americanas que preparaban el desembarco en Normandía.
Además, Falmouth fue el primer puerto inglés al que llegó el HMS Beagle, tras su vuelta al mundo para investigar las especies que lo habitaban. Darwin puso pie de nuevo en tierra inglesa el 2 de octubre de 1836.
Y el puerto sigue siendo, a día de hoy, una parte fundamental de Falmouth.
Sin embargo, son sus playas y su clima – más amable que el del resto de Inglaterra – el que ha convertido, durante las últimas décadas, a Falmouth en un importante destino turístico, sobre todo entre los turistas nacionales. Yo visité esta localidad como turista internacional y recomiendo a todo el mundo que al menos pase un par de días en Falmouth.
Qué ver y hacer en Falmouth
Falmouth es una localidad tranquila, perfecta para pasar unos días de descanso, recorrer sus encantadoras calles del centro, visitar algunos monumentos y museos y pasear por la naturaleza que la rodea.
Entre las cosas que hacer y ver en Falmouth, me quedo con las siguientes:
Pasear por las playas de Falmouth
Aunque visité Falmouth a mediados del mes de octubre y el sol no quiso brindarnos un último día de verano tardío, lo cierto es que el tiempo, en esta ciudad, es realmente agradable en verano. Por ello, muchos ingleses optan por el turismo playero nacional y vienen a pasar algunos días en Falmouth.
Hay cinco playas principales en Falmouth: Castle (la más cercana al castillo de Pendennis), Tunnel, Gyllyngvase, Swanpool y Maenporth. Gyllyngvase y Maenporth son las que más me gustaron.
La playa de Gyllyngvase estuvo, hasta finales del XIX, rodeada por campos de hierba y granjas rurales. Sin embargo, el boom turístico del siglo XX hizo que comenzaran a aparecer algunos de los que hoy en día son los mejores, y más antiguos, hoteles de Falmouth.
En su margen derecha (mirando al mar) hay una barrera natural de rocas que hace que se generen olas importantes, siendo un buen punto para practicar el surf.
Justo a espaldas de la playa de Gyllyngvase (que ostenta la bandera azul) se encuentran los jardines de Queen Mary, creados en 1912 para conmemorar la coronación de la Reina María, esposa de Jorge V. El jardín tiene un aspecto colorido gracias a las especies subtropicales que crecen bien en este clima tan atípico para encontrarnos en Inglaterra. Es el lugar perfecto para relajarte y leer o descansar.
La playa de Maenporth sigue conservando su encanto rural. Se encuentra unos 3 km al sur de Falmouth y tiene muy buenas vistas del castillo de Pendennis y el faro del cabo de San Antonio. Cuando hay marea baja es perfecta para nadar y también parten de aquí varias excursiones en kayak para explorar la costa.
Centro de Falmouth
Las callejuelas del centro de Falmouth son las típicas que sueles encontrar en los pueblos turísticos de la costa inglesa. Están tomadas por casas bajas y comercios de todo tipo, con cierta presencia de tiendas de dulces y souvenirs.
Banderines de colores adornaban dos de las calles principales por las que, a pesar del frío, paseaba bastante gente.
Nosotros decidimos parar a calentarnos un poquito en el Beerwolf Books Freehouse, un híbrido entre bar, biblioteca, lugar de coworking y sala de juegos que me encantó. Me habría quedado allí el resto del día, pero tras recuperar algo de fuerzas, pusimos rumbo a la Galería de Arte de Falmouth.
Galería de Arte de Falmouth
La Galería de Arte de Falmouth es una de las mejores de Cornualles, exhibiendo obras de los viejos maestros, importantes artistas de la época victoriana, impresionistas franceses y británicos, artistas marítimos y mucho más.
Falmouth también posee una de las colecciones de impresiones maestras más importantes fuera de Londres, incluidos grabados en madera, en piedra, litografías y serigrafías de artistas como Picasso, Rembrandt, Matisse y Francis Bacon, y cuadros de Edvard Munch y Renoir.
Museo Marítimo de Falmouth
Una de los mejores lugares que visitar en Falmouth en familia es su Museo Marítimo.
El museo se presenta a través de nada menos que 15 galerías que ocupan 5 pisos del edificio. A través de ella se muestra la importancia de la navegación marítima en la historia del mundo.
Las salas ofrecen exhibiciones de todo tipo. En el hall principal verás embarcaciones de todo tipo por todos lados (¡incluso colgando del techo!). Después, otras 3 salas están dedicadas a la dilatada e importante tradición naval de Falmouth y Cornualles.
Otras de las favoritas son la sala de construcción de barcos, la de supervivencia en el mar, la torre de vigilancia (con vistas sobre el puerto de Falmouth) y la que te deja ver por una ventana el mundo sumergido bajo las aguas del puerto.
En la sala de exposiciones temporales tienes, hasta el 2020 las historias del hundimiento del Titanic, una exposición que ya se ha llevado el aplauso de la crítica.
Los más pequeños disfrutarán mucho en el estanque con barcos teledirigidos.
Castillo de Pendennis
Aunque no pudimos visitarlo por falta de tiempo, debes incluir el castillo de Pendennis en la ruta de tu visita a Falmouth.
Construido entre 1540 y 1542, durante el reinado de Enrique VIII, fue utilizado para defender la entrada al canal de La Mancha y repeler posibles invasiones francesas, españolas y de cualquier otro extranjero que quisiera desembarcar en tierra inglesa.
Estuvo dotado de cañones hasta 1956, cuando se desmanteló. Ya en el siglo XXI se ha convertido en una atracción turística que puede visitar cualquiera.
Entonces, ¿nos vemos en Falmouth?
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