La península de Yucatán está llena de cenotes, fantásticos depósitos de agua y cavernas que se inundaron durante la última glaciación. Además de ser cápsulas del tiempo en las que se pueden observar increíbles formaciones calcáreas, constituyen la principal fuente de agua dulce de la región, pues en la superficie no hay ríos y toda el agua proviene del subsuelo. De ahí la importancia de cuidarlos y conservarlos.
Actualmente hay más de 2 mil 500 cenotes censados en el estado de Yucatán (aunque al parecer ascienden a cerca de 6 mil) los que sumados a los 2,500 también catalogados en el vecino estado de Quintana Roo, aseguran la existencia de unos 10 mil en toda la península, un territorio donde aún queda muchísimo por explorar. Por esto, nos decidimos a realizar esta expedición por Yucatán para explorar algunas de las principales zonas de cenotes, además de visitar sitios arqueológicos y pueblos mayas.
DÍA 1: Mérida-Dzibilchaltún
A 15 km de Mérida encontramos Dzibilchaltún, que significa "lugar donde hay escritura en las piedras", uno de los sitios arqueológicos más importantes del estado, cuyas primeras construcciones datan del año 500 a.C. La superficie abarca unos 16 km, con obras monumentales, como el Templo de las Siete Muñecas, la Plaza Central y la Capilla Abierta, construida entre 1590 y 1600 y ubicada en medio de la plaza.
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A un costado está el cenote Xlacah, uno de los más grandes y profundos de Yucatán, cuyo nombre significa "pueblo viejo". En 1958 una expedición de buzos de la National Geographic Society se internó en sus profundidades y rescató 30 mil objetos mayas, muchos de carácter ritual. Con esto se formó una colección que puede admirarse en el Museo del Pueblo Maya. Este cenote está abierto al público y es posible nadar en sus cristalinas aguas.
DÍA 2: Mérida-Acancéh-Cuzamá
De Mérida nos dirigimos a Tecoh, donde se halla una iglesia y un convento dedicados a la Virgen de la Asunción, los cuales fueron construidos sobre la base de una pirámide maya y en cuyos muros se advierte una gran cantidad de piedras labradas. Su interior destaca por la belleza del altar y por sus atractivas pinturas.
De Tecoh continuamos hacia Acanceh -en maya, "quejido de venado"-, en cuya plaza central visitamos la Gran Pirámide, una iglesia colonial y otra moderna. El sitio arqueológico de Acanceh fue ocupado desde el Preclásico tardío hasta el Posclásico, y su auge corresponde al Clásico temprano y medio, del 300 al 600 d.C. En lo alto de la Gran Pirámide se observan cinco enromes mascarones con rostros del dios solar Kinich Ahau.
Además de su temprana relación con la región del Petén guatemalteco, Acanceh destaca por sus posibles vínculos con Teotihuacan, sugeridos por la presencia de materiales cerámicos similares a los de ese sitio, y por las características teotihuacanas que, según algunos autores, se observan en el Palacio de los Estucos, ubicado a unas cuadras de la pirámide en cuya fachada se ve la representación de Quetzalcóatl, así como figuras antropomorfas modeladas en estuco y pintadas con diversos colores.
Cuzamá
De Acanceh nos trasladamos al pueblo de Cuzamá, que se ha vuelto famoso turísticamente por sus cenotes y por la peculiar forma de visitarlos. Afuera de la iglesia se contrata a un guía con su truk, un carro jalado por caballos, los que antaño eran utilizados para transportar el henequén de las plantaciones a las haciendas.
El truk transita por vías de tren abandonadas que han cobrado vida gracias a esta excursión, durante la cual visitamos tres cenotes, el de Chelentún (piedra recostada), el de Chansinic'che (árbol con hormigas pequeñas) y el de Bolonchojol (nueve goteras), cada uno pleno de encanto y en los cuales se puede nadar y practicar el espeleobuceo.
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DÍA 3: Izamal-Tunkas
Una vez concluido nuestro recorrido anterior nos dirigimos al pueblo de Izamal para continuar la expedición. Antiguo centro de culto a Itzamná, el dios supremo de los mayas, y al dios solar Kinich-Kakmó, en su honor los mayas levantaron cinco templos y pirámides. De ahí que a Izamal se le conozca como "la Ciudad de los Cerros".
También se le denomina "la Ciudad Amarilla", por el color de sus casas y del impresionante convento de San Antonio de Padua, construido con las piedras de la pirámide Popul Chac por fray Diego de Landa y sus acólitos españoles en 1533. Este fue uno de los primeros monasterios del hemisferio occidental; su construcción finalizó en 1561.
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Tunkas y Cenotillo
Explorando la zona llegamos al poblado de Tunkas, en maya "piedra fea o lugar pedregoso". En seguida nos presentamos en la presidencia municipal para pedir informes sobre los cenotes de la zona. Ahí, amablemente, nos asignaron un guía, quien nos llevó a recorrer la región, donde exploramos cuatro de los 97 cenotes contabilizados, aunque no disponen de servicios o facilidades para el turismo, más bien están reservados para exploradores y espeleobuzos. Los cenotes que conocimos fueron Lukunchán (cenote tierno), X-Azul (niña azul), Mumundzonot (pequeño lodazal) y Sac-nicté (flor blanca).
Muy cerca de Tunkas está Cenotillo, que debe su nombre a la gran cantidad de cenotes existentes en sus alrededores, tal vez unos 150, aunque los principales son Kaipech, Xayín y Ucil. Para visitarlos es necesario solicitar la ayuda de los campesinos.
De Tunkas seguimos adelante hasta arribar al poblado de Dzitás, donde nos desviamos rumbo a Chichén Itzá para pasar la noche.
DÍA 4: Chichén Itzá-Valladolid
Iniciamos el día recorriendo las ruinas de Chichén Itzá, la zona arqueológica más famosa y mejor restaurada de la península. En ese sitio se encuentra el "Cenote Sagrado". En 1900 Edward Thompson, profesor de Harvard y cónsul de los Estados Unidos en Yucatán, compró por 75 dólares la hacienda en la que se hallaba Chichén Itzá.
Intrigado por las leyendas sobre jóvenes doncellas que fueron arrojadas al cenote en honor de las deidades mayas, Thompson decidió dragarlo, y de sus aguas salieron huesos humanos, así como joyas de oro y de jade de todas partes de México y de lugares distantes, como Colombia. Gran parte de estos objetos se encuentran en el Peabody Museum de Harvard, aunque muchas piezas han sido devueltas a México. Posteriormente durante los años veinte y sesenta varias expediciones de buceadores extrajeron más piezas y esqueletos.Cenote Ik Kil
En Chichén Itzá tomamos la carretera libre a Valladolid y en el camino visitamos el cenote Ik kil, localizado en un parque ecoarqueológico donde además encontramos el "Sagrado Cenote Azul", muy espectacular, ubicado a 26 m del suelo y rodeado de espesa vegetación, de aguas cristalinas ideales para nadar. La entrada cuesta 40 pesos y abre a diario de las 8:00 a las 18:00 hrs.
Cenote Dzitnup o Keken, y cenote Zaci
Al llegar a este cenote serán abordados por un grupo de chiquillos que quieren ser sus guías y platicarles la leyenda del lugar localizado dentro de una cámara subterránea, donde pueden observarse enormes formaciones de estalactitas. En el techo hay un hueco por donde penetra la luz e ilumina las aguas azul turquesa. Está ubicado siete kilómetros al suroeste de Valladolid.
Finalmente, llegamos a la pintoresca ciudad de Valladolid, fundada en 1543, en lo que fuera la zona prehispánica de Zací -en maya, "gavilán blanco"- .Lo más imponente es su gran bóveda, de donde cuelgan enormes estalactitas, a través de las cuales se filtran los rayos del sol, iluminando la exuberante vegetación que rodea al depósito de agua azul turquesa, donde habita una especie de peces negros sin ojos llamadoslub .Afuera del cenote funciona un excelente restaurante de comida típica yucateca.
Geolocation is 23.634501, -102.552784
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