Viajando por un país con dos océanos no podía evitar sumergirme en alguno de ellos. He estado buceando en la isla del Caño, una reserva ecológica en la costa del Pacífico con el arrecife coralino más extenso y mejor conservado de Costa Rica. Aquí van los datos por si quieres repetir la experiencia.
La bahía de Drake es uno de los rincones más apetecibles de la península de Osa, un entrante de mar en la costa sur del Pacífico costarricense que alberga él solito el 3% de toda la biodiversidad del planeta. Como comentaba en el post anterior, en la bahía de Drake hay varios hotelitos formados por cabañas camufladas entre la vegetación a los que solo se puede llegar en barco.
Aproveché que estaba en Drake para hacer algunos buceos en la isla del Caño, un parque nacional y reserva biológica que emerge a unos 16 kilómetros de la costa de Drake. Caño es una mancha verde de apenas 3 kilómetros de largo por dos de ancho que pese a su cercanía a la costa continental ha sido colonizada por muy pocos mamíferos y escasos reptiles de la fauna costarricense. Lo que la hace de excepcional valor ecológico son sus fondos marinos.
En torno a la isla del Caño se desarrolla uno de los mejores y más extensos arrecifes de coral de Costa Rica. Casi todos los hoteles de la bahía de Drake ofrecen excursiones para sumergirse en Caño, ya sea con gafas y tubo (me jode la palabra snorkel) o con equipo autónomo. También ofrecen salidas de buceo en Caño varias empresas de la localidad de Sierpe, agua arriba en el río del mismo nombre. En la isla vive un destacamento de guardaparques que cuidan el entorno y se encargan de cobrar la tasa de acceso de 6 dólares (1,5 para los costarricenses). Suele ir incluida en el precio de las inmersiones si vas con un centro de buceo.
En un par de inmersiones vi un montón de tiburones punta blanca, un par de tiburones nodriza, enormes cardúmenes de jureles y pargos, grandes rayas, peces loro y cofre además del vecindario menudo habitual de un arrecife. Una familia norteamericana que conocí en el hotel Águila de Osa me juró que el día anterior simpelmente con gafas y tubo (no me da la gana decir snorkel) con sus dos niños pequeños, vieron también una gran manta-raya y varios delfines.
Por desgracia, el día que buceé las aguas no estaban demasiado claras. Ha empezado ya la temporada de lluvias y eso tiene su reflejo bajo la superficie. Pero me aseguran que de diciembre a abril, en la temporada seca, las aguas que rodean isla del Caño son tan transparentes como el cristal.
¡Tendré que volver a comprobarlo!
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