Hoy en día, una de las cosas que más valoro de los viajes es que me sorprendan. De hecho, antes de comenzar una aventura, evito mirar fotografías o vídeos del destino que voy a visitar. Quiero saber lo menos posible de aquello que me voy a encontrar. Y es así como he descubierto, en algunos de esos lugares, pequeñas joyas inesperadas.
Eso es, precisamente, lo que me ocurrió al visitar el Monasterio de Oia, o, si nos ponemos formales, el Real e Imperial Monasterio de Santa María de Oia.
Este monasterio esconde una gran cantidad de secretos, fruto de haber vivido un buen número de vidas distintas y haber tenido igual número de funciones. Monasterio, puesto defensivo, colegio, casa residencial o cárcel son solo algunas de ellas.
Debo recalcar que, aunque el monasterio encierra una desmesurada cantidad de historias y anécdotas, la visita me encandiló, en gran parte, por el buen hacer de Xoán, el guía que nos acompañó durante la misma. Él me demostró que no hay nada como amar un lugar para saber transmitirlo con la pasión necesaria para encantar al visitante. ¡Va por usted, amigo!
Cómo llegar al Monasterio de Oia
Como ocurre con la gran mayoría de pequeños pueblos y parroquias de la región de las Rías Baixas, la mejor manera de llegar a Oia para visitar su monasterio es en tu propio coche.
Sin embargo, si no conduces o eres un ferviente fan del transporte público – yo lo soy – debes saber que el autobús de línea XG-382 parte desde Vigo y posee dos paradas, a 7 y 11 minutos respectivamente, del monasterio. Eso sí, el trayecto roza los 85 minutos. Paciencia y buena letra, porque la recompensa merece la pena. No en vano, el Monasterio de Oia fue declarado Bien de Interés Cultural en 1931.
Historia y visita del Monasterio de Oia
Aparcamos el coche cerca del atrio del monasterio en una calurosa tarde del mes de septiembre. Durante esta semana en la que viajamos por las Rías Baixas, tuvimos que preguntarnos varias veces si el Caribe seguía en su sitio o alguien había sacudido la bola del mundo con todas sus fuerzas y ahora Galicia se encontraba por aquellos lares.
Caminamos por el atrio bajo un sol de justicia, admirando, a nuestra derecha, la fachada frontal de la iglesia que se encuentra adosada al monasterio.
Frente a nosotros, una pequeña puerta se abría en un muro de piedra, dando entrada al imponente Monasterio de Oia, levantado en el siglo XII y único monasterio del Císter europeo que se halla a orillas del océano. Allí nos esperaba el bueno de Xoán con una amplia sonrisa que, como supimos más tarde, rebosaba de conocimiento.
Los monjes artilleros
Xoán supo atraparnos rápidamente con la historia que nos contó nada más pasar el liviano trámite de las presentaciones. La cosa empezó con un: “¿Sabíais que los monjes de este lugar disparaban cañonazos a los barcos piratas que subían por la bahía?”.
No hizo falta expresar verbalmente nuestro desconocimiento de aquel hecho, nuestra cara lo dijo todo.
Pues sí, desde prácticamente sus orígenes, los sucesivos reyes que otorgaron privilegios y concesiones a los monjes del monasterio, exigieron que éste estuviese armado y, más tarde, artillado. De hecho, durante los siglos XVI y XVII, algunos ex-soldados de los distintos tercios españoles acababan sirviendo como monjes artilleros.
La razón de tal exigencia era la posición fronteriza con Portugal del monasterio y las frecuentes incursiones de barcos piratas de distintas nacionalidades.
De entre las batallas y escaramuzas libradas por estos monjes artilleros, destaca la de 1624, cuando pusieron en fuga a cinco bajeles de piratas turcos y bereberes. Tras esta proeza, el rey Felipe IV concede el título de Real e Imperial al monasterio.
La “Rapa das bestas” y el vino
Desde comienzos del siglo XIII, nos contaba Xoán, los monjes de Oia se dedicaron al cuidado de los caballos salvajes que habitaban las praderas de los montes colindantes que les habían sido concedidos en propiedad.
Esta especial cría trajo consigo ciertas tradiciones que se siguen manteniendo a día de hoy en la celebración de la fiesta cultural de “A rapa das bestas”. Esta fiesta tiene lugar en varios municipios gallegos y consiste en rapar las crines y cola a los caballos salvajes que aún habitan por la zona, además de desparasitarlos y curarles las heridas. Tras este ritual – en el que se cuida con mimo a cada animal para que no se asusten -, los caballos son devueltos a su hábitat natural.
Otra de las costumbres cistercienses que han repercutido en la historia de Oia y sus alrededores es la implantación del cultivo de la vid, tal y como los monjes habían aprendido en las abadías francesas de la orden. Gracias a ello, hoy podemos degustar sabrosos caldos bajo la Denominación de Origen Rías Baixas.
Xoán también nos mostró la entrada al huerto que cultivaban los monjes. Estos monjes viajeros habían visitado países tan lejanos como Australia en busca de especies de plantas medicinales y otros secretos que pudieran traer a Galicia.
La desamortización y el abandono
Mientras paseábamos por el bello claustro del Monasterio de Oia, Xoán nos contaba cómo el lugar había caído en desgracia al comenzar el siglo XIX. Los culpables de ello fueron la invasión napoleónica, primero, y la famosa desamortización de Mendizábal, después.
A partir de 1838, la iglesia es designada como sede parroquial por el obispo de Tuy, pero el monasterio comienza un periplo inacabable de cambio de propietarios que se alarga hasta nuestros días.
Durante estos casi 200 años, el Real e Imperial Monasterio de Santa María de Oia ha sido colegio jesuita, cárcel durante la Guerra Civil española e incluso residencia privada de familias acaudaladas. Por último, han existido proyectos para convertirlo en hotel, pero aún queda mucho por concretar en este incierto aspecto.
Renovación del Monasterio de Oia y su utilización como espacio cultural
Como nos comentaba Xoán mientras veíamos a las ovejas pastar tranquilamente en el patio trasero – es la forma sostenible que tienen de rebajar el nivel del césped -, durante los últimos años se han realizado loables trabajos de mantenimiento y renovación del monasterio.
Producto de tantos cambios y vidas distintas, el Monasterio de Oia se ha convertido en un lugar fascinante y camaleónico, dando pie a numerosas historias y su aprovechamiento como espacio cultural con solera.
Horarios y visitas guiadas
La mejor manera de conocer todos los secretos ocultos del Monasterio de Oia es realizar una visita guiada al mismo. Además, os recomiendo que preguntéis por Xoán.
- Horarios: podéis consultar la web oficial del Real Monasterio de Santa María de Oia para comprobar los horarios en cada momento, pero suelen haber visitas guiadas los fines de semana: dos por la mañana y dos por la tarde. Además, los lunes hay visita acompañada (que no guiada) gratuita.
- Precios: la visita guiada al Monasterio de Oia cuesta 5€ por adulto, 2,5€ para niños de 8 a 14 años de edad y gratis para menores de 8 años.
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