“Al borde del vacío somos conscientes a la vez de nuestra propia fragilidad y de una creciente ansia por vivir”. No se si alguien lo ha escrito antes que yo, pero si no es así me lo adjudico y lo geolocalizo: asomado al Preikestolen, el Púlpito, a más de 600 metros de altura sobre el agua de los Fiordos Noruegos.
Estar al borde de esa explanada pétrea que parece artificialmente pegada a la montaña ha sido, y será, un sueño compartido por cualquiera que anhele viajar a Noruega. Como parte de una de las excursiones que Pullmantur ofrece en su crucero por los Fiordos del Norte, ese sueño es hoy parte imborrable de mi memoria.
El Preikestolen o Roca Púlpito (Pulpit o Pulpit Rock si os cuesta decirlo en noruego pero tenéis que preguntarle a un local que no hable español. pero sí inglés) es un mirador natural sobre el Lysefjord, el Fiordo de Lyse, uno de esos Fiordos Noruegos que nacieron para ser postal un siglo antes de que existiera Instagram.
Como si un gigantesco escultor, o un troll noruego, se hubiera dedicado a tallarlo, esta formación rocosa se levanta lisa y vertical 604 m sobre las frías aguas del fiordo.
Con 42 km de longitud entre Lysebotn (al Este) y Forsand/Oanes (al Oeste, y en orillas opuestas), este fiordo es el más austral de Noruega y sólo cuenta con un único puente a la entrada del mismo para salvarlo por tierra.
Y es por tierra por donde se accede al monumento natural más conocido de la zona y del país, el Preikestolen.
Aproximadamente a una hora de Stavanger, la ruta parte de un aparcamiento desde el que comienza la ascensión. Las cifras engañan, y os lo dice alguien que se ha recorrido los Annapurnas en Nepal, porque ascender 350 m en unos 4km de distancia no parecen insalvables hasta que se lee que se tardan unas 4 horas en ir y volver.
He visto a gente en variada forma física llegar al Preikestolen, pero el desnivel no es homogéneo, no hay sólo subidas, también hay bajadas y de ellas se continúa volviendo a subir.
La primera subida, desde el aparcamiento, es una empinada pista de grava en la que empezamos a medir nuestras fuerzas contra el terreno. Los que se lancen a la carrera por ella (para dejar atrás a las decenas de turistas que se bajan de autobuses), a la primera curva descubrirán que poco más adelante desaparece cualquier intento humano para mejorar el firme.
Para llegar a la primera explanada, con vistas al aparcamiento y al lago Resvatnet, antes hemos de superar el primer tramo difícil, los primeros puñeteros escalones de piedra con un tamaño sobrehumano. Al poco tiempo nuestras piernas también lo parecerán a juzgar por la altura a la que han de levantar los pies del suelo.
Eso sí, se agradece que el comienzo de la ruta se haga bajo las ramas de los pinos, pues los bosques de Noruega son parte imprescindible de estos primeros centenares de metros del recorrido.
Pequeños postes metálicos, saturados de pegatinas por grupos, peñas y clubs que quieren hacerse publicidad, nos van recordando la distancia que nos separa del aparcamiento y del objetivo, las vistas al fiordo desde el Preikestolen.
Se supone que se tardan unas dos horas en llegar a él, pero apurando el paso y en función de la forma física de cada uno se hace en menos tiempo. En mi caso, tardé una hora y cinco minutos a costa de repetirme casi constantemente un mantra contra las tentaciones “Ya haré más fotos a la vuelta”.
Ocasionalmente encontraremos bancos de madera, pero la piedra es el sitio donde más buscarás sentarte para reponer fuerzas, aunque yo soy más de apoyarme, recuperar el aliento y afrontar el siguiente tramo de escalones de piedra.
La vegetación se va haciendo no más escasa, el verde sigue predominando, si, pero pinos y abedules dan paso a especies arbustivas de menor altura.
Poco a poco, subiendo y bajando, bordeando diminutos cursos de agua o atractivos lagos, vamos entrando en el reino de la piedra, que ocasionalmente tolera a la hierba. También poco a poco vamos viendo el final de esta orilla al comenzar a atisbar cumbres que, nos dice la cabeza, están al otro lado del fiordo.
Con alturas que llegan a los 1000 metros, y unas profundidades que se miden en centenares de metros, la verdadera escala del fiordo la apreciaremos cuando finalmente el camino gire a la derecha.
Es entonces, y no más adelante (al menos en mi caso) cuando realmente te des cuenta de lo que supone un fiordo. A la vista la separan más de 500 metros de la falda de la montaña que tienes delante.
Esa distancia sólo podrías salvarla a nado, o en barco, si estuvieras 600 metros por debajo de donde te encuentras ahora mismo.
Buscas abarcar el fiordo desde la izquierda, con un nacimiento que se pierde en la bruma, a la derecha, donde sabes que está el Preikestolen.
No lo consigues y continúas tu camino hasta que, por fin, tienes a la vista el elevado perfil de la roca conocida como el Púlpito.
Se dice que lo bautizó así el deportista Thomas Peter Randulf en torno al año 1900, cuando lo divisó desde el barco Oscar II mientras navegaba por el fiordo. Otras versiones sostienen que fue el capitán el que se lo señaló, diciendo “Parece un púlpito”.
Y así es, una plataforma de unos 25 metros cuadrados se proyecta repentinamente desde la falda de la montaña hasta su base, como un púlpito pegado a la columna de una catedral.
De esos 25 metros se recorren con facilidad los 20 primeros. Después, llega la anticipación del vértigo cuando ya no se mira hacia el horizonte sino al suelo, que va desapareciendo bajo nuestros pies.
A mi calzado de trekking le separaban pocos centímetros (para mí, el metro, de tenerlo a mano, diría otra cosa) del borde. Mi mirada, más de metro y medio sobre ellas, ya sobrepasaba los límites de la piedra, sin ninguna valla o barrera que me frenara.
Aguanté unos segundos allí de pie, contemplando sin obstáculos el fiordo y las montañas frente a mí, como si estuviera sólo ante aquella inmensidad.
No pude evitar bajar los ojos para que ellos, y no yo, se asomaran al vacío. Un escalofrío me recorrió. Di un paso vacilante hacia atrás y retrocedí despacio.
De espaldas no se podía apreciar mi sonrisa por haber cumplido el sueño de subir al Preikestolen.
La entrada Preikestolen: el atractivo vértigo de asomarse al vacío en Noruega aparece primero en Viajablog.
from Viajablog http://ift.tt/2uWLxZh
via IFTTT
No hay comentarios:
Publicar un comentario