No voy a darle la razón a Buñuel, no voy a desear progreso y modernidad para las Hurdes. Yo, egoístamente, deseo que las Hurdes de mañana se parezcan a las de hoy, como estas se parecen a las de ayer, pero sólo en estas tres cosas: paisajes de sierras donde aún resisten los pueblos de pizarra, ríos que forman meandros imposibles y gente que aprecia al visitante.
Secreto para el viajero por la España interior, la Comarca de las Hurdes (Cáceres) ha tenido fama de ser una de las zonas de más difícil acceso para quien aquí intenta acercarse. Ese aislamiento fue fuente de privaciones y dureza en la vida hasta hace poco más de una generación, y aún deja huella en una comarca donde la mayoría de sus 47 pueblos tienen 150 habitantes o menos.
La maldición del siglo pasado es una bendición en este, pues así nos encontramos con que la mano del hombre civilizado poco ha hecho, además de mejorar alojamientos y carreteras, por cambiar un paisaje ante el que hoy nos extasiamos.
“Una de las frases descriptivas de las Hurdes es que es un Mar de Sierras”, me decía Gerardo Gallego, de Ramajal Rural, mientras señalaba hacia el horizonte y justificaba sus palabras con la realidad ante mis ojos.
Nos había llevado, en un tour en 4×4 por pistas forestales y caminos de montaña , buscando las mejores referencias para contemplar la belleza de los paisajes.
El lugar en el que nos habíamos detenido era el “Mirador del Chorro de los Angeles”, donde los buitres leonados aprovechaban las corrientes de aire para ignorarnos desde la distancia.
El nombre hace referencia a la construcción, en un punto cercano, de un convento en el siglo XIII, apadrinado por un San Francisco de Asís que se había recorrido estas tierras de camino a Portugal.
No es la única huella de su paso, aunque las pocas de hoy son sombra de lo que fueron en su momento, pues apenas quedan muros de ese enorme convento, de tamaño superior al de El Escorial y un precioso puente, casi oculto entre la vegetación, llamado Puente de Los Machos.
Casi ocultos entre la vegetación están también muchas de las señas de identidad de un pueblo, sus casas más antiguas.
Las alquerías, o pequeños núcleos de población, de las Hurdes Altas dependían de arrancarle a la Naturaleza el sustento y el techo.
Para comer, el campesino tuvo que construir huertos donde no había espacio horizontal, moldeando las laderas de las montañas para construir bancales (aquí llamados gavías).
Para vivir, el campesino tuvo que arrancar las lajas de pizarra del suelo y convertir aquellas piedras en paredes y techo, sin argamasa, para él y para sus escasos animales.
Si queremos hacernos una idea mejor del interior de una de esas casas, el Centro de Interpretación de la Casa Hurdana en El Gasco (Nuñomoral) recrea una casa típica de las Hurdes. Aunque, me confiesa Ramón Marcos, Director-Gerente de ADIC-Hurdes y empresario detrás de “Sabores Hurdanos”, sería la de una familia acomodada, por el número y calidad de muebles y utensilios que en ella se encuentran.
Si queremos ver auténticas casas de pizarra de las Hurdes, habitadas algunas, en venta otras, tristes muros sin techo las menos, debemos volver a la carretera.
Además de en El Gasco, podemos encontrar las casas mejor conservadas de las Hurdes en alquerías como Fragosa, Martilandrán, Aceitunilla (donde empiezan los 27 km de la lineal Senda de Buñuel, pero antes de emprenderla es recomendable hacer acopio de fuerzas en el peculiar bar del pueblo), Asegur, Riomalo de Arriba, Ladrillar, Avellanar y Ovejuela (nacimiento de la corta Senda del Chorrituero hasta los 70m de cascada homónima).
Como curiosidad, y como contraste, en Pinofranqueado podemos encontrar un alojamiento alejado en todos los aspectos de las casas de pizarra, los Chozos Bioclimáticos de Akassa, ecoturismo con vistas en un entorno natural y relajado.
“Si en todas partes del mundo el hombre es hijo de la tierra, en Las Hurdes la tierra es hija de los hombres”, así definió Miguel de Unamuno como el hurdano moldeó su entorno para poder sobrevivir.
Esa adaptación del medio al hombre, se aprecia desde cualquiera de los muchos miradores en las Hurdes que podemos encontrar por sus carreteras.
Por ejemplo desde el Mirador de El Gasco, en el Valle del Mavellido, el río se burla de nosotros realizando meandro imposible tras meandro imposible, mientras en las laderas de las montañas los bancales son mudo signo de que el hombre, aquí, también logra sobrevivir.
O el Mirador de las Carrascas, sobre los valles de los ríos Ladrillar y Hurdano y la Sierra de la Corredera, con tantas montañas frente a nosotros que evocaron en mi memoria al mirador frente a Eira do Serrado y Curral das Freiras en la isla de Madeira.
Pero ha sido La escasa población de Las Hurdes hace que las laderas de esas montañas permanezcan casi intactas.
Bosques de encinas y alcornoques, con el pino usado para la repoblación, nos piden que transitemos por sus senderos. Curiosidades, como el enebro plantado junto al colegio del pueblo de Las Mestas nos piden que contemplemos sus 350 años de edad estimada.
Jaras, brezos y retamas aportan colores vivos a los paisajes, mientras la mejorana o el poleo acuden al botiquín o la despensa de las casas.
Y de esa despensa sale una gastronomía de las Hurdes más variada de lo que uno pensaría pero no menos contundente. Al plato del viajero llega la ensalada de limón (sin rastro de vegetal), el cabrito en caldereta y asado, el matahambres o las patatas meneás, necesitando casi por prescripción facultativa terminar la comida con un licor de orujo o de orujo con miel.
Es precisamente la miel una de las riquezas económicas y naturales de la comarca de Las Hurdes, siendo uno de los mayores productores mundiales de miel y de polen.
Casi 500 toneladas de miel y 70 toneladas de polen salen cada año de las colmenas de Las Hurdes, en su mayoría de pequeñas explotaciones como la de Secretos de Maestro Apicultor, un proyecto que incluye colmenas itinerantes y apiturismo.Si buscas un destino donde la Naturaleza no tenga prisa, y tú tampoco, la Comarca de las Hurdes en Cáceres es el lugar perfecto para perderse sin mirar el reloj y usando el móvil sólo para subir ocasionalmente fotos a las redes sociales. Siempre que la cobertura lo permita.
Y si no lo permite y aprieta el calor, haz como la gente de las Hurdes y disfruta de alguna de las muchas piscinas naturales en los cinco ríos de la comarca o sus muchas cascadas, como la que nos descubrió Angel de Tras la huella hurdana, en el Chorro de Arrobatuequilla.
El aislamiento tradicional de Las Hurdes en el siglo pasado ya no lo es tanto en este. Situada en el norte de la provincia de Cáceres (Extremadura), linda al norte con Castilla – León pero está sólo a poco más de 3 horas de Madrid, 3,5 horas de León o 4 horas en coche desde Sevilla.
Aquí tienes la Mancomunidad Comarca de Las Hurdes en Google Maps
Información imprescindible en formato 1.0 : horario, teléfono de contacto y correo electrónico de los diferentes Centros de Interpretación en Las Hurdes:
La entrada Las Hurdes, donde el tiempo se detiene (para bien del viajero) aparece primero en Viajablog.
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