Subir a la Pirámide del Tepozteco, caminar por las calles del Pueblo Mágico de Tepoztlán, entrar a un temazcal y escuchar el sonido del teponaxtle y el palo de lluvia me hicieron honrar mis raíces.
El teponaxtle y el palo de lluvia que aún suenan en Tepoztlán para honrar la tierra y conectar con las raíces prehispánicas me despertaron. De la corteza de los árboles emergen raíces del suelo, cargado de piedras que resguardan miles de pisadas. Aquellas que guiaron a los xochimilcas y más tarde a los mexicas en la edificación de su adoratorio a Ometochtli-Tepoztécatl, dios del pulque: aguamiel y maguey, símbolos de fertilidad, cosecha y viento.
Quise llegar a la Pirámide del Tepozteco, en la cúspide del mítico cerro que gobierna el paisaje. Tomé la estrecha vereda zigzagueante plagada de flores silvestres y pinos. El silencio y el vacío antecedieron a la cima. La misma cúspide que José Agustín plasmó en La panza del Tepozteco. Una familia de simpáticos tejones hambrientos me encontró, mientras preparaba sus garras para recibir alimento. Del espíritu de la embriaguez, producto de la reconexión con las raíces, emanaba un fulgor energético. Después, fui por dos mil metros de descenso. La satisfacción de haber superado el reto permaneció conmigo. Atrás quedó El Tepozteco.
Un temazcal me despojó de los malos pensamientos. La casa sudaba con infusiones herbáceas y me ofrendaba una corona de flores. Es la representación del vientre materno.
El empedrado de las calles de este Pueblo Mágico enmarca los ocho barrios que conservan el trazo de la época colonial, ese que recorren los chinelos en las fiestas. El olor a hierbas de los rituales de purificación se percibía en las tiendas de artesanía.
Un temazcal me despojó de los malos pensamientos. La casa sudaba con infusiones herbáceas y me ofrendaba una corona de flores. Es la representación del vientre materno; dentro de ella se encuentra un nuevo ser que se alimenta del ombligo; el ser vive en ese oscuro centro. La inmersión a una aventura holística y mágica se terminó y abrió paso a una vista sublime. En ese gran valle, rodeado por altas montañas y grandes peñas, siempre queda la sensación de que los dioses prehispánicos resguardan y protegen a quien lo visita.
Imprescindibles de Tepoztlán
- Realiza caminatas, rapel y observación de flora y fauna en las 24 mil hectáreas del Parque Nacional El Tepozteco.
- Date una vuelta por las siete Capillas de Barrio: San Miguel, San Sebastián, Los Reyes, San Pedro, Santa Cruz, La Santísima Trinidad, Santo Domingo y San José. Dependiendo la época del año puedes encontrarlas adornadas con distintas formas y flores.
- Come en El Sibarita, El Ciruelo, La Veladora, La Luna Mextli o acude al mercado y prueba los tradicionales itacates. Disfruta de una tepoznieve.
- Si te gusta la vida nocturna, hay establecimientos para disfrutar de una cerveza artesanal. Encontrarás música en vivo, desde trova hasta rock.
- El Museo Carlos Pellicer tiene la colección arqueológica del poeta tabasqueño. Se inauguró en 1964 y entre sus piezas destaca la del dios Ometochtli.
Toma en cuenta
En época de lluvia el camino pedregoso hacia la pirámide puede ser resbaloso. Lleva zapatos antiderrapantes.
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