Abres cualquier canal de las redes sociales y te inunda un tsunami de noticias, fotos, vídeos, mensajes… Tantos, que apenas consigues procesarlos mentalmente. En mi caso, por los círculos profesionales en los que me muevo, muchos de ellos son de viajeros que se encuentran aquí y allá, embarcados en viajes de mayor o menor duración en países más o menos lejanos.
Ellos van narrando sus peripecias, aventuras, vivencias, problemas, alegrías, tristezas, etc. Muchos se jactan de la dificultad de la empresa que se atrevieron a comenzar. Super hombres y super mujeres de la edad moderna… Pero amigos, no nos equivoquemos: nunca llegaremos a estar a la altura de los antiguos grandes exploradores (aunque algún loco se les puede acercar).
Marco Polo, Colón, Livingstone, Morton Stanley, Darwin, Barton, Cook, Elcano… Por citar a algunos. Ellos fueron unos auténticos lunáticos que surcaron el planeta llevados por una fuerza muy superior a su sentido común: la necesidad imperiosa de explorar y conocer el mundo, sus culturas y sus límites, aun a riesgo de superar los suyos propios y perecer en el intento.
En cualquiera de las distintas épocas que viajaron por el mundo, no podían contar con prácticamente ninguna de las modernas comodidades y asistencias que tenemos ahora.
Echando la vista atrás, se me ha ocurrido esta lista de cosas que podrían haber querido tener (¡o no!) durante sus aventuras:
1.GPS
Que no os engañe el porte altivo e imponente con el que se retrata a Colón en los cuadros que representan su llegada a América.
El amigo Cristóbal estaba acojonado, a punto de palmar y con un ambiente en sus carabelas más allá del significado de la palabra motín. Para cuando puso su pie en La Española, llevaba semanas pensando: “Joder, ¡pero si ya teníamos que haber visto algún trozo de tierra de las Indias Orientales! Para mí que la he liado”. ¡Pom! Sí, amigos, la había liado.
Pero, queridos amigos, Colón era la antítesis del Atleti en las finales de Champions y, haciendo gala de una potra por la que tenía que haber hecho el Camino de Santiago unas 150 veces (de rodillas), descubrió un continente lleno de riquezas, tanto naturales como materiales.
Y sí, seguro que confiaba en sus cartas de navegación, su sextante y la posición de los astros en el cielo, pero lo cierto es que con un GPS le habría ido mejor. Eso sí, no habría tenido el mismo mérito y su proeza no habría llenado tantos libros.
2.Decathlon
¡Yeah! Ya me imagino a James Cook llegando al pasillo de “Ropa de trekking” de Decathlon y preguntando qué le vendría bien para un viaje hasta Nueva Zelanda en barco. Eso sí, que las ropas no le hicieran perder ni un ápice de su porte señorial inglés.
“Querido señor Cook, ¿tiene usted la tarjeta de socio? También tenemos remos y tal, por si se hunde el barco. Gafas de sol, geles de ciclista, manguitos, colchonetas, barritas energéticas… Incluso un casco de escalada, que ahora se lleva mucho”. “¡Me lo llevo todo!”
Habría sido el viajero mejor preparado de su época, aunque creo que la ropa no le habría durado más de un par de meses.
3.Las redes sociales
Cuidado… Esta gente, para sorpresa de muchos, dejaba atrás novia, mujer, hijos, amigos… Y, ¡venga!, a confiar en el servicio postal de algún puerto en el que hicieran escala. Muchas veces, sus allegados no sabían nada de ellos durante meses o años.
Quizá el Doctor Livingstone habría querido hacerse un selfie cuando descubrió el origen del Nilo. Aunque, como le tengo un gran respeto, confío en que no. A lo mejor a Elcano le habría gustado actualizar su estado de Facebook para escribir: “¡Eh, peña! Reto conseguido, ¡he dado la vuelta al mundo! ¡Con dos cojones! Yo sooooyyyyyyy españoooollll…laralalaaaa” Y unos emoticonos de smileys y ese del brazo sacando bola. ¡Sí señor! El tío con millones de “likes” y compartido en muros de medio mundo.
Puede ser… Pero algo me dice que esos viajeros románticos no harían tal cosa. O quizás sea yo, en mi romanticismo invencible (o, al menos, eso me gusta seguir creyendo muchas veces), quien desea que no lo hubiesen querido hacer.
4.Seguros de viaje
Sí, cuando sales de viaje, hoy en día, estás expuesto a una serie de peligros: enfermedades, robos, violencia, pérdidas, retrasos, despertarte en Rajastán, etc. Si eres de los que siente que eres gafe o, simplemente, te gusta viajar con la tranquilidad de ir lo más protegido posible, puedes contratar un seguro que no evitará que te pasen las cosas, pero al menos te ayudará a solucionarlas.
En la época de los grandes viajeros, eso no existía y, con los peligros extremos que corrían, creo que más de uno habría contratado un seguro. Marco Polo los habría cogido todos.
5.El avión
Madrugas, coges un taxi, facturas, pasas el control de metales, embarcas….Pasan unas horas, te bajas del avión, recoges tu maleta de la cinta, se abren las puertas de salida… Felicidades, has atravesado medio mundo.
Los viajeros de la antigüedad (salvo, quizás, Leonardo Da Vinci) ni podían concebir la imagen del hombre volando metido en un aparato.
Caminando, a caballo, en barco, en carro… Ellos se lanzaban al camino con poco más que mucha voluntad, el dinero que habían podido reunir y una fortaleza física y mental admirable.
Las penurias del camino eran incontables y quizás alguno habría querido poder volar a su destino, evitándose así muchos problemas. Sin embargo, pondría la mano en el fuego al afirmar que para la mayoría de ellos, en la dificultad del camino encontraban el placer y el reto que buscaban y les mantenía vivos.
La entrada 5 inventos actuales que les habría gustado (o no) tener a los antiguos exploradores aparece primero en Viajablog.
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