Acompaña al fotógrafo y viajero experto, Alejandro Prieto, por este viaje a las profundidades del mar en la Paz, Baja California, donde se encontró cara a cara con lobos marinos.
San Rafaelito es una pequeña isla localizada a unos cuantos kilómetros de la Paz, Baja California Sur, en ella habita una población considerable de lobos marinos, el principal depredador de esta zona. Estos animales son mamíferos marinos similares a las focas, pero se diferencian de ellas por sus oídos externos y porque caminan en tierra, además, por su pelaje delgado y áspero. Son animales muy inteligentes, juguetones y sociables, generalmente se les encuentra en grupos grandes, jugando o descansando en playas rocosas; migran a mar abierto para aparearse y conseguir alimento y son oportunistas a la hora de nutrirse.
Cada año en esta misma zona, millones de sardinas nacen en los manglares de la costa, ahí comienzan a crecer para después migrar a aguas más profundas. Estas pequeñas islas, como San Rafaelito, son el refugio perfecto para ellas, aquí se alimentan y se protegen alrededor de sus formaciones rocosas.
Me trasladé a la Paz con el objetivo de documentar la interacción de estas dos especies marinas, mis herramientas fueron un kayak, equipo de buceo y mi cámara submarina. Bucear más de cinco horas diarias durante siete días me dio la oportunidad de conocer a fondo a estos animales acuáticos.
El primer día del viaje me dediqué a explorar la zona, a buscar dónde se concentraba la mayor cantidad de sardinas y a observar el comportamiento de los lobos marinos. Generalmente los primeros en acercarse son los más jóvenes, pues son más curiosos que los adultos. Las hembras vigilan la situación; se acercan cuando están seguras de que no existe peligro alguno y que todo está bajo control.
Bucear con estos mamíferos despierta sensaciones increíbles. Mientras el grupo de lobos marinos descansaba sobre las rocas, un pequeño lobo juvenil se me acercó con la intención de jugar, nadaba veloz dando vueltas a mi alrededor, rascándose la espalda contra el suelo arenoso, como invitándome a jugar, eso interpreté. Después de unos minutos desapareció y al poco tiempo regresó apresurado con un objeto extraño en las fauces. Al principio, no entendí lo que sucedía, pero más tarde me di cuenta de que lo que traía en sus fauces era una pluma, probablemente de un pájaro bobo o alguna gaviota, pues abundan alrededor de la isla. Se acercaba a mí con la pluma como si quisiera que se la quitara. Los lobos marinos son bien conocidos por su comportamiento amigable, pero en verdad me sorprendió la creatividad de este.
Por el contrario, el macho dominante del grupo, un lobo enorme, no estaba tranquilo con mi presencia; en más de una ocasión se acercó a mí de una manera desafiante, nadando a gran velocidad y mostrando sus colmillos como señal de advertencia. Estos machos adultos pueden llegar a pesar hasta 500 kilogramos y son, en extremo, protectores de su manada, así que intenté ponerme en una posición que no lo incomodara. Después de varios días empezó a darse cuenta de que no era una amenaza para ningún miembro del grupo y comenzó a tolerarme.
Las sardinas son uno de los alimentos principales en la dieta del lobo marino, sin embargo, durante la etapa de crecimiento, resultan demasiado pequeñas para satisfacerlos, así que solo se interesan en ellas como una diversión, no como comida; las persiguen en lugar de devorarlas, al menos en esta zona.
El espectáculo que genera el cardumen es realmente asombroso: millones de sardinas moviéndose con sincronía de un lado a otro con sutileza y vigor, como si fueran un solo cuerpo, una enorme cabalgadura marina en el océano infinito.
Alejandro Prieto es fotógrafo profesional de fauna silvestre y marina, originario de Guadalajara. El eje central de su trabajo es la naturaleza. Actualmente colabora con Alianza Jaguar A. C., asociación dedicada a la conservación del jaguar.
Conoce más de su trabajo en alejandroprietophotography.com
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