martes, 22 de noviembre de 2016

Descubriendo México en bicicleta: 21 días en la CDMX

Nos quedamos 21 días en total en la Ciudad de México. Habíamos planeado estar tan sólo una semana, pero la capital se apoderó de nosotros de la mejor manera posible. Nunca creí que en una ciudad de 20 millones de personas fuera tan fácil moverse en dos ruedas.

La gran mayoría del tiempo disfrutamos de la ciudad paseando nos por ciclovías que hace tan sólo 6 años no existían, al menos nunca las había notado. Me emocioné al encontrarme en nuestra capital con una creciente cultura vial en la que un nuevo reglamento favorece al ciclista. Calculo que Annika y yo pedaleamos alrededor de unos 200 kilómetros por la ciudad.

 Roberto Gallegos

He tenido la oportunidad de visitar la Ciudad de México varias veces en mi vida. Ya hasta tengo una lista de actividades que siempre procuro hacer mientras estoy en la ciudad. Entre mis favoritas están visitar el Museo de Antropología, subir al Castillo de Chapultepec, ir al zoológico, caminar por el Zócalo y comerme unas quesadillas de hongos con queso.

Como ya lo he dicho antes, viajar en bicicleta te da la oportunidad de descubrir nuevos aspectos de un lugar que creías conocer. Y la Ciudad de México no fue la excepción. En nuestra travesía por la ciudad descubrimos los Paseos Dominicales Muévete en Bici, que nos parecieron una maravilla.

Cada domingo se cierra al tráfico motorizado en varias arterías principales de la ciudad, incluyendo el espectacular Paseo de la Reforma, para darle uso libre a cualquier transporte sin motor, principalmente las bicicletas.

Por si fuera poco una vez al mes se realiza el Ciclotón, la misma actividad pero con más kilómetros para uso exclusivo de transportes no motorizados.

El museo de la gran ciudad

Cada domingo la ciudad se convierte en uno de los museos más fascinantes del planeta. Entre sus exhibiciones puedes encontrar arquitectura moderna, arquitectura colonial, antropología social, gastronomía popular, escultura y arte urbano. La riqueza de la ciudad es tan grande que resulta imposible de medir.

La libertad que sentí al poder transitar por sus calles y pasar justo debajo del Ángel de la Independencia me lleno de una alegría inmensa.

 Roberto Gallegos

Participamos en dos paseos Dominicales. El primero lo hicimos acompañados de Lulú, una amiga que hicimos en el sitio de hospitalidad para ciclistas warmshowers.org. Lulú vino acompañada de dos de sus visitas, Jeff y Victor, ambos ciclo viajeros que recién habían terminado su tour de 1,500km en Ciudad de México.

Habían iniciado en Michoacán y ambos provenían de Los Angeles, California. Tanto como Lulú, Jeff, Victor y nosotros nos encontrábamos en fascinación total. Celebramos comiendo unos tamales oaxaqueños en uno de los tantos puestos de comida que se encuentran en el camino.

La segunda vez lo hicimos con nuestra amiga Diana. En ambas ocasiones tuvimos la oportunidad de pararnos en medio del Paseo de Reforma y sentirnos rodeados de la belleza de los edificios modernos del centro financiero. El paseo nos llevó por Chapultepec, Polanco, La Condesa hasta llegar al complejo Olímpico Juan de la Barrera, el cual nunca había tenido oportunidad de conocer.

Una ciudad incluyente

Algo que también me sorprendió fue la cantidad de actividades únicas que se desarrollan en toda la ciudad. Entre mis favoritas está el Paseo a Ciegas. Un paseo coordinado por una organización no gubernamental, que tiene como objetivo facilitar paseos en bicicleta a personas que sufren ceguera para que puedan vivir la ciudad de una manera diferente. El proyecto es por demás increíble ya que funciona gracias a voluntarios que donan su tiempo y esfuerzo para poder acreditarse como guías calificados y pasear en una bicicleta tándem a personas ciegas. Una prueba más del poder que tiene la bicicleta.

 Roberto Gallegos

También nos topamos con un stand de la Bici Escuela. Un esfuerzo que se realiza en conjunto con el gobierno de la ciudad para cultivar cultura vial y enseñar a adultos y niños a pedalear en bicicleta.

Tarea que realizan durante ocho semanas en verano en el parque de Chapultepec y en los Bosques de Aragón. Las clases para aprender a andar en bici, las clases para aprender a pedalear en la ciudad y las clases de mecánica de bici son totalmente gratis.

Una larga despedida

La gran mayoría de nuestra estadía en la Ciudad la pasamos en la colonia Nápoles hospedados por nuestro amigo Santiago Ramos. Santiago es también un ciclo viajero mexicano con varios kilómetros de experiencia.

Nos consintió con excelente comida y un trato fenomenal. Nos dijo que le daba mucho gusto poder ayudarnos, ya que a él lo ayudaron también cuando viajó por Sudamérica. Santiago es un gran ejemplo de como el ciclo viaje fomenta comunidad y solidaridad.

Al día 22 planeamos salir de la ciudad. Era un domingo y pudimos usar las vías libres que provee el Paseo Dominical. Gracias a eso dejar la Ciudad de México fue bastante fácil considerando que es una ciudad de más de 20 millones de personas.

Roberto Gallegos

Nos pusimos como meta Xochimilco, tan sólo queríamos salir de la ciudad. Encontramos un motel bastante barato para pasar la noche y al día siguiente nos levantamos a buena hora.

El día comenzó con un ascenso. Después de varios días sin pedalear las piernas resentían el esfuerzo. Sin embargo el trayecto fue aligerado gracias a la presencia de nuestro amigo y leyenda del ciclo viaje, Ismael Velazquez alias Kodiak.

Kodiak lleva años practicando el ciclo viaje y el ciclismo de ruta. Desayuna bici, come bici y cena bicicleta. Muchas de las rutas que hemos tomado en el país han sido gracias a sus consejos, así que para nosotros haber podido pedalear unos cuantos kilómetros juntos fue un verdadero honor.

Kodiak nos tuvo mucha paciencia. Nos acompañó en casi toda la subida desde Xochimilco hasta las famosas quesadillas popularmente llamada por los ciclistas “De la Cima” ya que están a 2,879 metros de altura en el punto más alto en la carretera que va hacia Amecameca.

Fue más o menos hasta las quesadillas que finalmente sentí que había dejado atrás la gran ciudad. Nuevamente se veían espacios abiertos y campos verdes a nuestro alrededor.

Desgraciadamente había muchas nubes bajas en el cielo. Los de las quesadillas nos decían que normalmente en días más claros se podían ver tanto el Iztaccíhuatl, el Popocatépetl y hasta el Pico de Orizaba desde ahí. Una razón más para regresar, pensamos.

Nuestra siguiente meta era pasar por donde alguna vez Hernán Cortez cruzó hace ya algunos años para llegar a la Ciudad de México. Íbamos en dirección hacia el paso que hoy en día lleva su nombre, El Paso de Cortés. A 3,689 metros el paso iba a ser el punto más alto que hemos pedaleado en todos nuestros cinco años de viaje en bicicleta. ¡Estábamos muy emocionados!

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Autor Original: 
Janeth Ochoa
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Coordenadas ocultas: 

Geolocation is 23.634501, -102.552784

Evento: 
Fecha: 
Martes, Noviembre 22, 2016


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