¿Cuántas veces has querido hacer realidad tu sueño, emprender un viaje y vivir una gran aventura? ¿Cuántas veces has pospuesto este sueño? Mientras pasa la vida vamos postergando nuestros planes diciendo “el siguiente mes lo haré” o “el próximo fin de semana me voy a dar una escapada para despejarme”. Vamos postergando los sueños cuando lo importante sería cumplirlos ahora, hacer eso que sueñas HOY.
Tomar la decisión de hacer realidad los sueños no es fácil, lo sencillo quedarnos en casa y decidir mejor ir a cenar o ir a comer y disfrutar de un trago, que nada tiene de malo, pero estas actividades muchas veces nos conduce a “alejarnos de ese sueño” que tanto ansiamos y que solo vemos desde lejos.
Postergamos la decisión y nos quedamos en casa y vemos la vida de los instagrammers, que presumen en sus fotos lugares increíbles: explorando el mar, selvas, bosques o montañas. Ese podrías ser tú, lo piensas muchas veces pero algo te frena y te quedas en casa mientras ellos están afuera viviendo su sueño. La diferencia entre ellos y tú es simple, ellos tomaron la decisión y lograron dar el brinco que se necesitaba para llegar ahí.
Dar el brinco
Es por eso que quiero compartir aquí lo que ha sido este brinco para mí:
Desde pequeña mis papás nos llevaban a mis hermanos y a mí a adentrarnos en la aventura, íbamos de camping todos los fines de semana, a rapelear, a conocer cuevas, viviamos de aventura en aventura. Luego, durante la pubertad, la adolescencia, las fiestas, la inseguridad en la ciudad y el divorcio de mis papás me fui alejando totalmente de esto. Pero fue justo cuando ya no lo tenía que me sentía incompleta y sabía que algo faltaba en mi vida, extrañaba las montañas, extrañaba tener tiempo para mí, para conocerme y para explorar.
A los 22 años recibí la invitación para regresar a las montañas para comenzar de nuevo a recorrerlas, una invitación a una vida llena, donde te das cuenta de que los sueños no son difíciles de alcanzar si te propones y cumples tus metas poco a poco. Digo poco a poco porque es así como se llega a la cumbre de cualquier montaña, paso a paso, a un paso lento y con mucha paciencia, aprendiendo a contemplar cada instante.
Con cada ascenso un aprendizaje
Yo practico el montañismo, y para mí, cada montaña es una lección, y aunque suba 20 veces a la misma cumbre, cada ascenso me enseña algo diferente y aprendo a conocerme en distintas facetas, siempre en diferentes ambientes. Nunca subo la misma montaña.
Aunque suene un poco “cheesy” y todo el mundo lo diga y no lo practiquen, lo importante es escuchar a tu corazón, lo importante es atrevernos a hacer lo que realmente queremos hacer y darnos un break de lo cotidiano, un break de la rutina, un break de estar todo el tiempo en el celular o contestando mails de trabajo, todo puede esperar un día o dos, incluso una semana, pero seguimos contestando y trabajando y no le damos oportunidad a lo que deseamos, sino a lo que desean los demás.
El miedo
El miedo siempre está presente, nos paraliza y nos detiene. En realidad creo que es como una especie de alarma, y yo, le doy gracias, porque sé que cuando tengo miedo, es porque estoy a punto de subir un gran escalón que me llevará muy alto. El miedo es como un tiro con arco, es la flecha que te estira lentamente hacia atrás y entre más atrás se estire la flecha, mayor será el impulso para llegar más lejos. Así que solo hay que enfrentarlo, hablar con él y decirle que estamos aprendiendo a salir lentamente de nuestra zona de confort, que es un poco incómodo pero no es mortal. Entonces, su voz se desvanece. Se desvanece como se desvanece el ruido en la montaña y escuchas el intenso sonido del silencio: Tu corazón, y conversas, conversas con él y contigo, nada más. Escuchas. Escuchas el canto que la naturaleza te ofrece.
La Mochila
Entiendo perfectamente lo que es tener una mochila atada al cuerpo todo el tiempo, y lo que es cargar una mochila de emociones también, emociones que nos limitan, pero emociones que nos enseñan. He aprendido que es importante soltar, soltar para poder seguir ascendiendo, porque si cargamos con resentimientos o rencores, es un peso extra en la espalda, un peso que no nos dejará llegar a la cumbre.
El clima
En esta vida queremos que las cosas sucedan siempre a nuestra manera y si no salen como lo planeamos, nos frustramos y nos enojamos con nosotros mismos y con quienes nos rodean, siempre queremos echarle la culpa a algo o alguien más. En la montaña, nada sale como lo planeas, todo el tiempo estás viviendo al borde de la incertidumbre y siempre te encuentras con sorpresas.
Estamos en esta vida tan solo un instante, un instante en el que podemos maravillarnos o frustrarnos de lo que nos rodea, de cada etapa que nos toca vivir en un momento preciso, cada paso, cada montaña, cada respiración en esta vida cuenta. Se trata de vivir el momento presente y fluir con lo que venga. Una vez que puedes observar lo que pasa en tu vida y alrededor de ti, dejas de ser un espectador y te conviertes en el creador de tu propia vida y observas todo diferente, puedes verte a ti misma(o) como un pasajero en el tren, a quien tú misma(o) puedes guiar si lo conoces y lo aprendes a escuchar. La montaña me ha enseñado a rendirme, rendirme ante la naturalidad de las cosas y saber que al final, “todo estará bien”. No importa si eres el último en llegar a la cumbre, o el primero, lo importante es que aprendes estar, escucharte a ti mismo y a respetar las opiniones de los demás si algo sucede.
Todos soñamos con una vida exitosa y llena de aventura, sin embargo pensamos que solo le pasa a personas “con suerte” o simplemente porque la vida “los puso ahí”, déjame decirte que no es así, esas personas están ahí porque se atrevieron a salir de su zona de confort, a tomar la decisión de “darse esa escapadita” brincar y dar ese paso al reto de la aventura. HOY. Y así, aprendes la verdadera pasión de perseguir un sueño.
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