lunes, 5 de agosto de 2019

Visitando el Taung Kalat, o Monte Popa, en Birmania: tierra de monos y espíritus

Al aproximarse el autobús a la zona donde se encuentran tanto el monasterio/pagoda Taung Kalat como el Monte Popa, el conductor se detiene en el medio de la carretera, pues se consigue una buena foto del primero. No es la mejor, ya que el mirador del hotel Popa Mountain Resort ofrece una panorámica mucho mejor. Sin embargo, es un buen aperitivo.

Con el Taung Kalat ocurre como algunas veces pasa al ver a una chica, o chico, sin nuestras gafas graduadas. Desde lejos nos parece realmente atractivo, pero cuando nos acercamos la cosa pierde bastantes enteros.

Me explico.

El Pueblo de Popa… Y sus monos

Al entrar en el pueblo del Popa, la actividad es efervescente. Más aún si coincide con alguno de los frecuentes festivales religiosos de Myanmar. El lugar es realmente sagrado y en él se da un curioso sincretismo en el que se veneran a los 37 poderosos Nats – espíritus derivados de las creencias animistas de las gentes de Birmania – y a distintas imágenes de Buda.

Los puestos de verduras, frutas, remedios naturales, artesanías, camisetas, reliquias, amuletos religiosos y un largo etcétera, proliferan por doquier. Incluso se venden unos bonitos tirachinas tallados en madera con motivos de animales… Y, ¿por qué tirachinas?

La respuesta la encuentras en la calle, nada más llegar. El pueblo de Popa, compuesto mayormente por monasterios budistas, algunos bares y el Museo de los Nats, está tomado por un ejército de monos. Tal cual. Y con enseñarles el tirachinas en posición de disparo, huirán como locos.

Los monos son los amos y señores del lugar y conviven con el ser humano y las bandas de perros en un equilibrio tomado con pinzas. Y ¿por qué viven aquí los monos? La respuesta es sencilla: han salido de los cercanos bosques porque aquí encuentran comida fácil.

Al pie de las escaleras que llevan a la cima del Taung Kalat, las vendedoras te ofrecen pequeños cucuruchos que contienen cacahuetes y manojos de plátanos. Nosotros no compramos, pero los birmanos y algunos turistas hacen acopio de existencias para regalárselas a los macacos durante la subida. En un principio, eso no tiene nada de malo, pues los monos cogen lo que se les ofrece. Sin embargo, los problemas comienzan cuando el generoso y dadivoso turista no tiene suficiente material para darle algo a todos los monos que se acercan al reparto. Entonces comienzan las peleas entre ellos y el intento de hacerse con el premio antes de que el ser humano lo deje caer de su mano.

La agitación macaca es una constante que te acompaña durante todo el periplo que supone el ascenso de los 777 escalones que llevan al Taung Kalat.

Los escalones en sí no suponen un gran problema, pues puedes subirlos tranquilamente, parando aquí y allá para contemplar las vistas o admirar los pequeños santuarios budistas y de adoración a los Nats.

Sin embargo, las carreras de monos resuenan por el techo de uralita y debes respetar los consejos básicos para no verte afectado por ellas. A saber: no desafiar con la mirada, durante unos segundos, a ningún mono; no acercarte mucho a tomar fotos; no llevar nada brillante o llamativo encima de ti… De hecho, cuantas menos cosas lleves fuera de la mochila, mucho mejor.

 

Piensa que al menos ahora limpian denodadamente los orines y cacas de los mismos, que antes ensuciaban en todo momento los escalones y eran un escollo para muchos, ya que la mayor parte de la ascensión al Taung Kalat hay que hacerla con los pies descalzos.

En la cima del Taung Kalat

Superado el tema de los macacos, solo queda disfrutar del Taung Kalat: su espiritualidad y sus vistas.

Me Wunna es el espìritu que gobierna el Monte Popa y el resto del territorio. Cuenta la leyenda que era una ogra (u ogresa, no sé) que vivía en la montaña del Popa (la de verdad, que es la cima de 1.518 msnm que se aposenta sobre el cráter de un volcán extinto) y se alimentaba de flores (“Popa” significa “flor” en birmano).

Un buen día, a los dominios de Me Wunna llegó un príncipe de Bagan y ambos se enamoraron perdidamente, ya que Me Wunna aparecía como una criatura de gran belleza durante el día. La pareja tuvo dos hijos, pero, pasados los años, el príncipe fue reclamado por su padre para cumplir con la responsabilidad de dirigir su reino.

El príncipe raptó a sus hijos y se los llevó consigo, quedando Me Wunna en un estado de perenne y desgarrada tristeza. Fue así como murió de pena.

Su espíritu quedó entonces ligado eternamente a la montaña del Popa y es uno de los Nats más respetados en la creencia birmana.

Cuando llegas a la cumbre del Taung Kalat, las vistas son impresionantes, con la cima del Monte Popa en uno de los lados y una inmensa meseta repleta de campos de cultivo por el otro. Entre ambos, laderas tapizadas de densos bosques donde abundan los sándalos, trompetas indias, higueras y muchas especies tropicales.

Justo alrededor del peñasco del Taung Kalat, todo son monasterios budistas.

El Taung Kalat es un famoso lugar de peregrinación para los birmanos y es habitual que la gente quiera tomarse fotos contigo. Para muchos de ellos, eres una figura exótica, pues proceden de lugares del país a los que aún no ha llegado el turismo.

Un pequeño viaje al corazón de la espiritualidad birmana… Monos mediante.

 

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