Nueva York es una de esas ciudades que ofrecen dos caras muy distintas, una diurna y otra nocturna. Realizar una excursión al anochecer en la Ciudad que Nunca Duerme es un must de cualquier viaje a la Gran Manzana. Al contrario de lo que ocurre en otras tantas ciudades del mundo, cuando la oscuridad comienza a abatirse sobre los cielos de Nueva York, la urbe propulsa, aún más si cabe, la vida en sus calles.
La noche es el momento favorito para aquellos que quieren salir a cenar y probar la densa y variada oferta gastronómica de Nueva York. Los adoradores de la fiesta, pubs, clubs y discotecas podrán comenzar, también, un periplo que les lleve a ver el amanecer de un nuevo día en un sinfín de locales con las más variadas músicas y clientelas.
Al caer la noche en Nueva York, la fisionomía de la ciudad varía. Las luces comienzan a encenderse por todas partes y sus edificios más emblemáticos adquieren un brillo y esplendor que pasa desapercibido cuando el sol aún triunfa en el cielo.
Si te encuentras en Nueva York y quieres descubrir su luz al atardecer, puedes contratar la excursión que ofrece la agencia City Travel NYC, expertos en conseguir que sus clientes vivan una experiencia inigualable:
El recorrido perfecto para disfrutar de una Nueva York iluminada
Para descubrir la maravilla que es Nueva York iluminada, puedes comenzar tu itinerario en la mítica plaza de Times Square. Los grandes anuncios luminosos vierten sus luces multicolores sobre las decenas de miles de viandantes que parecen tener prisa para llegar a sus destinos. Ruido, tráfico, música de artistas callejeros, risas, bares, tiendas… Un conglomerado de sensaciones que a nadie dejan indiferente.
Tras este fogonazo especial de luz y sonido, puedes tomar la calle 42 en dirección este, para poder disfrutar de algunos edificios, como el del Bank of America o el edificio Chrysler, ambos construcciones emblemáticas de Nueva York, tanto de día como de noche.
El edificio Chrysler fue construido en 1930 y tuvo el privilegio, durante once meses, de ser el edificio más alto del mundo. Honor que le birlaría el Empire State Building en 1931. Sin embargo, sigue siendo el edificio de ladrillos más alto del mundo y fue la sede del fabricante de coches americano, Chrysler, entre los años 30 y 50 del pasado siglo.
Un poco más allá, los fans del cine no podrán dejar de detenerse frente a la fachada iluminada de la Grand Central Terminal – nombre que se le dio en 1913, aunque aún mucha gente conoce a esta estación como la “Grand Central Station”, nombre de la estación de ferrocarril que hubo aquí antes -, protagonista de películas como ‘Carlito’s Way’ u ‘Olvídate de mí’, entre muchas otras. Es uno de los lugares más visitados del mundo, con más de 25 millones de curiosos que pasan por ella cada año.
Algo más de tranquilidad encontrarás en el Bryant Park, parque de corte francés, ubicado en pleno corazón financiero de Nueva York, en el que se encuentra la Biblioteca Pública de Nueva York. El ritmo aquí es algo más sosegado y desde el parque podrás contemplar un buen número de rascacielos iluminados.
Después llega el momento de avanzar por la Avenida Lexington, para avistar, al poco, lugares como el Gramercy Park – parque privado ubicado entre las calles 20 este y 21 este -, St. Mark’s Place – uno de los vecindarios más culturales del centro de Nueva York, con multitud de pequeñas tiendas y mercadillos en los que se venden ropa, joyas y gafas de sol -, y el East Village. La siguiente parada es el Meat Packing District. Este barrio comenzó a desarrollarse a mediados del siglo XIX. Su explícito nombre deriva de los más de 250 mataderos y plantas de empaquetado de carne que existían aquí a principios del siglo XX. Durante la década de los 60, el Meat Packing District comenzó a experimentar un pronunciado declive que culminaría en los años 80, cuando se convirtió en un lugar donde el sexo ilegal era una de las principales fuentes de ingreso.
Sin embargo, a partir de los 90 la zona resurgió como un cohete, convirtiéndose, durante los últimos años, en un importante punto de concentración de boutiques y tiendas de alto standing y en uno de los lugares favoritos de los hipsters neoyorquinos.
Tras vivir este carismático barrio, llegarás a la orilla oeste del río Hudson. Las luces de las embarcaciones motearán la negrura de unas aguas que son surcadas cada día por miles de personas, camino de sus trabajos.
Es un buen lugar para detenerse a contemplar la noche neoyorquina y reflexionar en paz, antes de ir en busca de tres de los mejores miradores de Nueva York: el de Long Island City (al otro lado de East River, en Queens), el de New Jersey (West Side New York) y el de Cadman Plaza (en la parte baja del Puente de Brooklyn).
Todo ello sin olvidar pasar junto a uno de los más grandes iconos nocturnos de Nueva York: la Estatua de la Libertad.
Un recorrido nocturno en el que te llevarás un recuerdo imborrable de una de las ciudades más espectaculares del mundo.
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