Si has viajado alguna vez en solitario, ya sea por unos días, semanas o meses, reconócelo: en algún momento te has sentido algo incómodo o extraño comiendo o cenando solo en un bar o restaurante repleto de gente conversando en grupos o parejas.
Si has hecho lo primero (lo de viajar solo), pero no se ha dado la segunda situación hay dos opciones: o mientes o eres un auténtico friki o lobo solitario que se siente perfectamente viviendo al margen de la sociedad. Claro, que si es la segunda opción, entonces no comerás en un bar o restaurante lleno de almas, sino que buscarás un lugar apartado o solitario, así que ya solo quedan las opciones del mentiroso o el friki.
Para que no te sientas mal al reconocerlo, me muestro solidario y te confieso que a mí me ha ocurrido en más de una ocasión.
Me he sentado en una mesa y he mirado el menú con la mirada perdida, pensando lo bueno que sería poder compartir esa comida o cena con alguien con quien conversar.
En medio del bullicio generalizado me he sentido un poco un bicho raro.
Con el tiempo, y a base de práctica, fui desarrollando distintas técnicas que hicieron que la cosa tuviera menos importancia. Aquí os dejo las que me funcionaron:
Llévate el teléfono móvil (con la batería llena) o un libro
Que conste que este consejo lo he adaptado a los tiempos que corren. Cuando viajé largos meses en los que pasaba bastante tiempo solo, los smartphones aún no nos habían esclavizado y aún éramos seres independientes, capaces de estar más de diez minutos sin aporrear una pantalla táctil con nuestros pulgares. Ahora ya no es así.
En aquella época, lejana (o no tanto) y romántica, lo suyo era llevarse un libro que te acompañara en la mesa. Con esa maniobra matabas dos pájaros (o pájaras) de un tiro: estabas entretenido y quizás – solo quizás – podías despertar el interés de alguna persona interesante.
Esa imagen del duro mochilero – con barba de unas cuantas semanas, piel bronceada por el sol y pies encallecidos – sentado a la mesa absorto en su libro. Lo mismo se puede aplicar a una chica solitaria con un libro en sus manos. Machismos ningunos.
Más de una vez ha salido bien el truco para ligar, pero si no, al menos pasas la comida o cena entretenido.
Eso sí, os comento que usé este truco repetidas veces mientras leía El Quijote en Perú, Ecuador y Colombia y nunca funcionó. Es decir, hay unos libros que tienen mayor potencia de reclamo que otros.
Habla con los camareros
Un clásico. Si estás – y te sientes – solo, habla con todo lo que se menea.
Ya que el resto de clientes están acompañados y, como tú, también están pagando por un servicio, lo mejor es que no les molestes y focalices tus esfuerzos conversacionales con el personal del bar o restaurante. Al final, ese darle vidilla al cliente forma parte de su trabajo remunerado.
Además, puede ser que el camarero – o camarera – encuentre la conversación realmente interesante, o sea una gran fuente de información sobre las cosas que puedes ver o hacer en la zona en que te encuentras.
En cualquiera caso, y sin llegar a ser pesado, puede ser una gran manera de encontrarte acompañado, no sentirte extraño y disfrutar de una buena conversación que te puede aportar una valiosa información para tu viaje.
Tómate unas copas
Sí, amigos y amigas. Podría ser políticamente correcto y decir que nunca me he tomado unas copas mientras comía solo – bueno, realmente me ha ocurrido más a menudo a la hora de cenar – para ir dejando que la vergüenza o la incomodidad pasasen de largo e ir sintiendo una ola de buen rollo en mi interior. Pero no, reconozco que esto me ha pasado en alguna ocasión (sobre todo, es algo más habitual a la hora de salir de fiesta solo en alguna zona).
Bueno, si eres abstemio, este punto no te va a servir de mucho (¡O sí!). Sin embargo, un par de copitas no hacen daño a nadie y pueden ayudarte para el punto 2 o el que viene a continuación.
Intenta hablar con el resto de clientes del restaurante
¿Por qué no? Quizá hayas visto que hay otras personas solas en el restaurante o hayas localizado a un grupo de gente que parecen ser de tu país, ciudad… O, simplemente, un grupo de extranjeros que te han dado buenas vibraciones y con los que te gustaría hablar un rato. ¿Por qué no?
Sinceramente, esta es una de las cosas que más me cuesta hacer cuando me encuentro comiendo o cenando solo en un restaurante, pero creo que es una brillante idea.
Si te da vergüenza realizar el primer intento de conversación, juega primero con las miradas y/o aplícate un buen tratamiento del punto anterior. Ambas tácticas pueden allanar el camino hacia el triunfo.
Observa al personal y móntate historias
Pues sí. Si el teatro griego amenizaba las tardes a los ciudadanos de esa gran civilización, el restaurante en el que te encuentras no tiene por qué ser menos.
Observa a los comensales y utiliza tu imaginación para dotar de vidas interesantes y complicadas a aquellos seres desconocidos.
Aquel tipo es un narcotraficante que ha huido de su país porque le buscan las mafias. Aquella mujer es una famosa escritora de novelas rosas que, sin embargo, no encuentra satisfacción en el sexo con sus múltiples parejas. Aquella otra pareja se conocieron en un vuelo intercontinental de Europa a Asia y desde entonces no se han separado. Ese otro barbudo friki en realidad era un guerrero del mundo de Juego de Tronos y se ha materializado en la vida real, estando actualmente descontento con su trabajo de sexador de pollos… Hay muchas variantes.
Si pones en marcha cualquiera de estos trucos durante tu viaje en solitario, aquí estoy para escuchar los resultados obtenidos. Eso sí, lo siento pero no te devolvemos el dinero.
La entrada Cómo no sentirte extraño comiendo o cenando solo en tu viaje aparece primero en Viajablog.
from Viajablog http://ift.tt/2eMCTKs
via IFTTT
No hay comentarios:
Publicar un comentario