Hay lugares que están tocados por una varita mágica y acumulan una importante, y variada, cantidad de atractivos que les convierten en imprescindibles en cualquier viaje por la zona. Es el caso del monte de Santa Tecla – o Santa Trega, en gallego -, ubicado en el extremo suroeste de Galicia, mirando cara a cara a Portugal.
En el Monte de Santa Tecla pudimos probar la máquina del tiempo y viajar a la época prerromana, visitando su castro. Luego, tuvimos una pequeña estancia en la Edad Media mientras admirábamos su ermita. Para acabar en un lugar intemporal, embelesados por las maravillosas vistas que, desde lo alto del monte, se obtienen de la desembocadura del Miño y las playas y colinas de Portugal.
Y todo esto en una sola mañana. ¡Comenzamos nuestra visita al Monte de Santa Tecla, en Pontevedra! ¿Os venís?
Visita al Castro de Santa Tecla
En el siglo I antes de nuestra era, ese bello monte por el que estaba caminando bajo un espectacular – e inesperado – sol de septiembre era un auténtico hervidero de gente, pues allí se hallaba una ciudad celta de entre 3.000 y 5.000 habitantes. Al menos eso se deduce de las excavaciones que tuvieron lugar en la península del Trega, entre principios del siglo XX y la segunda década del XXI. Casi 100 años de cuidadosos trabajos arqueológicos que tan sólo han sacado a la luz una pequeña parte de las 20 hectáreas que se creen que ocupaba el complejo original.
Al llegar al castro de Santa Tecla me encontré con un numeroso grupo de construcciones circulares de piedra, rodeado por una muralla que, debido a su escasa altura y delgado grosor, tenía una función delimitadora más que defensiva.
Desde la parte norte de la muralla, se podía observar el bravo mar que lamía el paseo marítimo de La Guardia (A Guarda en gallego), localidad que sirve de base para visitar el monte de Santa Tecla.
En el castro se hallan canales y aljibes entre un buen número de casas, que se diferencian de las demás construcciones porque las paredes están mucho más trabajadas, sobre todo en su parte exterior.
Al poder visitar la reconstrucción de una pequeña vivienda tipo, se puede comprobar que se trataba de casitas de reducidas dimensiones y escasa decoración, con una pequeña sala/recibidor con bancos adosados a la pared, un hogar central y poco más.
Este castro era un lugar pacífico, por las dimensiones de las murallas, pero también por los restos encontrados en los yacimientos arqueológicos. De ellos se deduce que sus pobladores se dedicaban, mayormente, a la agricultura, recogida de frutos silvestres, ganadería (aunque no tenían cerdos) y algo de pesca (se encontraron varios anzuelos de cobre), siendo el trabajo textil la única labor artesanal en la que ponían especial empeño.
Recorrer esas pequeñas avenidas de casas de piedra que forman el castro de Santa Tecla – uno de los más visitados de Galicia – es como adentrarte en la Historia. Un lugar poblado por seres humanos hace más de 2.000 años y que caería en el olvido y el abandono en menos de dos siglos (siglo I de nuestra era), cuando los impuestos y restricciones comerciales impuestas por el imperio romano acabaría forzando a sus habitantes a buscar valles y tierras más fértiles.
Museo Arqueológico de Santa Tecla (MASAT)
De esa época romana se encuentran algunos objetos en el Museo Arqueológico de Santa Trega (MASAT). En este museo, inaugurado en 1953 y albergado en un edificio que fue diseñado como restaurante, se almacenan objetos encontrados en las excavaciones realizadas en el castro.
Entre los principales objetos de la colección se hallan raspadores y picos asturienses de la prehistoria, hachas de bronce de la Edad de Bronce, y multitud de objetos de la época castreña, como enseres de cocina, ornamentos humanos, vasijas, etc. De la época romana se hallan molinos circulares y estelas funerarias antropomorfas.
La visita es un complemento ideal para formarse una visión general y amplia del castro de Santa Tecla.
Ermita de Santa Tecla
A escasos metros del fascinante castro de Santa Tecla, sobre el pico de San Francisco, nos encontramos con la ermita de Santa Tecla. Construida en el siglo XII, sufrió varias ampliaciones y transformaciones en los siglos XVI y XVIII.
La parte más antigua de la iglesia, el presbiterio, parece haber sido construido sobre los restos de otra ermita anterior, como se deduce de las tumbas visigóticas halladas durante las excavaciones realizadas en 1994.
La ermita, que perteneció al Monasterio de Santa María de Oia, aparece orgullosa y hermosa, levantada en piedra sobre un bello parche de verde hierba. En 1962 se reformó su interior, perdiendo así el retablo mayor barroco, aunque aún se conservan otros dos de ese estilo, dedicados a la Asunción y San Francisco de Asís.
La ermita cuenta con dos reliquias de gran importancia: una de Santa Tecla (donada por el arzobispo de Tarragona en 1951) y un Lignum Crucis (un trozo de la cruz en la que murió Jesucristo) donado por el Padre Salvado.
Miradores del Monte de Santa Tecla
Junto al fascinante castro de Santa Tecla, el otro lugar que más me llamó la atención en mi visita a este monte gallego, fue el mirador desde el que contemplé la desembocadura del río Miño.
Al estuario del Miño le acompañan los verdes árboles de la ladera, el valle de O Rosal y las azules aguas del océano Atlántico, que se hallaban en tensa calma aquella mañana de septiembre.
Encontrarás distintos miradores en varios momentos de la ascensión a los dos picos del monte de Santa Tecla, siendo dos las elevaciones que destacan sobre las demás: el Pico del Facho (328 msnm), que ofrece una bella panorámica del valle de O Rosal, el casco urbano y el puerto pesquero de A Guarda; y el Pico de San Francisco (341 msnm), que proporciona unas vistas espectaculares a la desembocadura del Miño, el islote de A Insua – que fue habitado por monjes franciscanos – y las aguas del Atlántico.
Ambos son lugares en los que te quedarías horas sin notar que pasa el tiempo, contemplando la belleza de la naturaleza.
Senderismo en el Monte de Santa Tecla
Nosotros no tuvimos tiempo para explorarlos adecuadamente, pero en el monte de Santa Tecla encontrarás una red de senderos (PR-G 112 Camiños do Trega) que te permitirá conocer mucho más a fondo esta preciosa zona de Pontevedra. Son un total de siete caminos que conectan entre sí y acaban recorriendo una distancia total de poco más de 7 km.
La Senda de los Pescadores
Lo que sí que nos dio tiempo a recorrer – al menos uno de sus tramos – es la bonita Senda de los Pescadores, que discurre, durante casi 4 km, a lo largo de la orilla gallega del estuario del río Miño.
La senda se halla a poco más de 5 minutos en coche de la base del monte de Santa Tecla y pertenece a la Red Natura 2000. Caminando una media hora por ella, pudimos admirar la belleza natural de esta ruta en la que el Miño se halla encajado en una zona jalonada de pequeñas playas fluviales, bosques y rocas.
Visitas guiadas en el Monte de Santa Tecla
Aunque nosotros accedimos al monte de Santa Tecla por nuestra cuenta – la entrada es gratuita si llegas andando y deberás pagar 1 euro por persona si llegas en coche -, también existe la posibilidad de realizar visitas guiadas organizadas por el Patronato Municipal Monte Trega.
Los tours son gratuitos y no es necesario hacer una reserva previa. Tan sólo debes presentarte en el punto de encuentro a la hora indicada. Su duración y horario varía según la época del año.
Además de estas visitas, también puedes optar por la opción de grupos de al menos 10 personas. En este caso, se deberá abonar 2,5 € por adulto (los niños menores de 14 años sólo pagarán 0,5€), aunque incluye la tasa de acceso al monte de Santa Tecla.
Excursiones al Monte de Santa Tecla desde las ciudades cercanas
Si te hallas en los alrededores y quieres visitar el Monte de Santa Tecla y los demás parajes imprescindibles de la zona del Bajo Miño, te aconsejamos que reservas algunas de las siguientes excursiones:
- Tour por el Bajo Miño desde Pontevedra
- Tour por el Bajo Miño desde Vigo
- Tour por el Bajo Miño desde Santiago de Compostela
La entrada Historia, el Miño y paisajes en el Monte de Santa Tecla, Pontevedra se publicó primero en Viajablog.
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