A mediados del siglo XX, el progreso sólo se construía con risas y felicidad en las películas de propaganda soviética o franquista. Debajo de esa superficie de celuloide siempre había trabajo y esfuerzo, como debajo de las mansas aguas del pantano de Luna (León) hay pueblos abandonados.
Hace menos de 70 años desaparecieron de la faz de la tierra pueblos de la comarca leonesa de Luna como Arévalo, Campo de Luna, La Canela, San Pedro de Luna, Santa Eulalia de las Manzanas y más, hasta un total de 16.
España necesitaba tanto energía hidroeléctrica como crear puestos de trabajo en la esquina aislada de una Europa de post-guerra.
En León, además, había que domesticar a la Naturaleza y garantizar el regadío de las cosechas en una zona que no se caracteriza precisamente por su abundante lluvia.
El proyecto del Embalse de Barrios de Luna databa de mediados de los años 30 y lo detuvo la Guerra Civil. En 1945 pasó del papel a la realidad y el 15 de junio de 1951 se cerraron las compuertas del embalse.
Fue el último clavo del metafórico ataúd para la comarca, que aún tardó unos años en llegar, por así decirlo, a tener la última palada de tierra sobre él, en 1954.
Mientras subía el nivel de las aguas, bajaba el número de habitantes, pues iban abandonando los pueblos cuyo destino sería quedar sumergidos.
En los años en que la sequía vuelve las aguas a su cauce, a ese hilo que fluye por el fondo del valle y que se conoce como Río Grande o Luna, aparecen los restos de los pueblos.
Ese es el único momento en que se puede volver a pisar lo que fueron campos de cultivo, cuadras y casas.
Sólo quedan en pie paredes, que rodean montones de piedras, que algún día serán montones de piedras, como se puede ver en la Galería de Fotos al final de este post.
Aunque veo algunos ciclistas, el silencio sólo es roto por el ocasional motociclista que recorre en moto de trial por las laderas, o por el dominguero que grita buscando no el eco sino secretamente aplacar su miedo ante la desolación que contempla.
Después de tantos años, después de idas y venidas de las aguas, de hielos y deshielos, es difícil encontrar restos de muebles o utensilios de los antiguos pobladores.
Ocasionalmente aparecen ante nuestra vista objetos que pertenecen a un basurero o al reciclaje, como mecheros, calderos o botes de cerveza. La huella que dejamos no es positiva.
El caminar, además, se hace lento. El sol ha chupado con fruición la humedad de la tierra, a la que ha creado heridas y dividido en trozos irregulares que hay que salvar sin meter el pie con fuerza en ellos, para no torcerse un tobillo.
Con una capacidad completada sólo al 4% en Septiembre, es difícil y doloroso pensar en el estado de las 50.000 hectáreas de campo que riega el embalse cuando está al 100%.
Cuando lo visité (11 de Noviembre), en muchas partes la tierra cuarteada se había empapado de unas magras gotas de lluvia caídas unos días antes.
Insuficiente para crear un lago de mínima profundidad pero imprescindible para hacer que pequeños brotes verdes, de los de verdad, intentaran colonizar aquellos trozos de barro.
Es la única señal de vida en aquel abandonado paraje. Ni siquiera los coches, que pasan veloces por el Puente Ingeniero Fernández Casado (durante más de 30 años ostentó el récord de puente de mayor vano de España) nos perturban.
Es evidente que el progreso, en forma de agua potable en los hogares y de regadío en los campos, tiene sus peajes necesarios.
Es evidente también, creo, que ver de primera mano lo que nos ha costado llegar al nivel de vida que disfrutamos es una forma más de valorar lo que hemos conseguido.
Este enlace a un excelente reportaje en el periódico Diario de León incluye testimonios de antiguos habitantes de los pueblos abandonados, entonces unos niños.
Esta es la ruta que seguí en Wikiloc. Me tomé mi tiempo para hacer fotos y no la alargué más porque se estaba poniendo el sol y aún nos quedaba regresar a casa (al final se nos hizo de noche en la carretera).
Este es el Embalse de Barrios de Luna en Google Maps:
Nota: Todas las fotografías que ilustran este post han sido realizadas con un teléfono móvil Huawei P9 Plus cedido por su fabricante, Huawei
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