domingo, 5 de noviembre de 2017

Consejos prácticos para visitar los acantilados de Moher en Irlanda

Acantilados (Cliffs) de Moher, Irlanda

Acantilados (Cliffs) de Moher, Irlanda

La isla de Irlanda hace buena esa manida frase que dice que las mejores esencias se guardan en frascos pequeños. Tras haber vivido casi 9 años en ella, creo que es la definición que mejor se ajusta a la realidad de la Isla Esmeralda.

Y es que esmeralda son sus bosques, campos e incluso, en algunos puntos, sus aguas. Se trata de un hermoso lugar poblado por gentes abiertas y amables que te hacen sentir como en casa.

Entre tanta belleza natural, hay algunos puntos de Irlanda que destacan sobre los demás. Es el caso de los acantilados de Moher, considerados como la primera atracción turística de Irlanda.

Visité los acantilados de Moher en no menos de 5 ocasiones durante los años que pasé allí, y reconozco que nunca me cansé de hacerlo. Era el lugar al que llevaba a todos los amigos y familiares que venían a visitarme por primera vez y querían conocer algo de la isla. Un clásico que nunca fallaba.

Si estás planeando un viaje por Irlanda y quieres visitar los acantilados de Moher, aquí te dejo una buena guía, basada en mi experiencia, para que lo hagas de la mejor manera posible:

1. Cómo llegar a los acantilados de Moher

acantilados moher irlanda

Tienes varias opciones para llegar a los acantilados de Moher

Coche

Los acantilados de Moher se hallan en la costa oeste de Irlanda, algo por debajo del punto central de la misma.

La mayoría de los viajeros que visitan los acantilados de Moher deciden hacerlo desde Dublín.

Las carreteras de Irlanda no son precisamente las mejores de Europa y una vez abandonas la comodidad de los dos carriles en cada sentido de la M4 (la carretera que cruza la parte central de Irlanda de este a oeste), entras en lo que viene a ser una maraña de estrechas carreteras secundarias en las que tienes que ir vigilando que los laterales de tu coche no rocen con alguna valla de las granjas o casas que encuentras por el camino.

La distancia que separa a Dublín de los acantilados de Moher es de 286 km y el tiempo de viaje suele superar las 3 horas (sin paradas).

Otra opción, mucho más cómoda, es dedicarle dos o tres días a la excursión y explorar primero la agradable y vibrante ciudad de Galway.

Puedes hacer una noche en ella y salir a la mañana siguiente hacia los acantilados de Moher. La distancia de Galway a los acantilados es de unos 75 km.

vacas moher irlanda

Campos cercanos a los acantilados

Tren

Si decides viajar en tren a los acantilados de Moher, podrás hacerlo desde Dublín a Galway con la compañía Iarnród Éireann.

Los trenes no son caros y han mejorado bastante en los últimos años, siendo una alternativa cómoda, pues te evitarás las horas de conducción en el otro lado de la carretera. El precio del billete de Dublín a Galway ronda los 17-19 euros por trayecto (unas 2 horas y media).

En Galway necesitarás alquilar un coche para llegar hasta los acantilados.

Avión

Hay varios vuelos diarios entre Dublín y Shannon (a 64 km de Galway y 45 km de los acantilados de Moher). Son muy caros.

Realmente, me parece la peor opción, pero la pongo porque nunca se sabe quién te lee.

Excursiones organizadas

Si tienes poco tiempo y no quieres conducir ni organizar demasiado, siempre puedes contratar una excursión a los acantilados de Moher desde Dublín.

El viaje se realiza en autobús y suelen partir del parque St Stephen’s Green o la estación de autobuses del centro de Dublín.

2. Quédate a dormir cerca de los acantilados de Moher

En mi opinión, la costa oeste de Irlanda es preciosa. Por ello, te recomiendo que no hagas este viaje con prisas y te permitas el lujo de disfrutar de ella de forma pausada.

Lo ideal sería que no solo visitaras los acantilados de Moher, sino también el Parque Nacional de Connemara, Galway, la Península de Dingle, el gaélico condado de Donegal o el famoso Anillo de Kerry. Sin embargo, aunque solo veas los acantilados de Moher, hazlo bien.

Busca alojamiento en alguno de los hoteles cercanos a ellos. Las poblaciones de Lisdoonvarna y Liscannor son buenas opciones para ello. En una ocasión, yo me quedé en el Garden View B&B de Lisdoonvarna y me encantó. Pude disfrutar del bello campo irlandés como un extra a mi visita a los acantilados de Moher.

3. Lleva ropa para cualquier tipo de metereología

Acantilados de Moher Irlanda

 

Los acantilados de Moher son un claro ejemplo de clima irlandés.

Normalmente, el viento azotará con fuerza la superficie de los colosos de piedra, pero quizá tengas suerte y puedas disfrutar de un bonito día soleado…O quizá llueva…O quizá suceda todo eso en no más de un par de horas. De hecho, esta última opción es la más probable. ¡Bienvenido a la costa oeste de Irlanda!

Lleva ropa de abrigo, pero también una manga corta debajo por si la cosa cambia.

4. Si te gustan las buenas fotos, visita los acantilados de Moher después del mediodía

Los acantilados de Moher es uno de los lugares más fotogénicos de Irlanda.

Al estar orientados hacia el oeste, las impresionantes paredes calizas estarán iluminadas a partir de las horas de la tarde, cuando el sol comience a caer hacia el lado del mar. El atardecer te podrá dar unas fotos preciosas en un día despejado.

5. No dejes de pasarte por el Centro de Visitantes

El Centro de Visitantes de los acantilados de Moher es una buena forma de entender cómo se formaron y conocer la fauna y flora que encontrarás en tu paseo por ellos.

Además de la bonita exposición, también te servirá como cobijo en los muchos momentos de lluvia y frío que se dan en los acantilados de Moher y podrás comer algo o tomarte un chocolate caliente en su cafetería.

6. Explora los senderos más allá de la zona cercana al Centro de Visitantes

Hay una red de 750 metros de senderos que recorren parte de los acantilados de Moher. Además, desde hace ya muchos años, unos muros de piedra hacen que la gente no pueda acercarse al borde de los mismos.

No era así en 2003, la primera vez que los visité. Por aquel entonces, pude tumbarme y reptar hasta el mismísimo borde del precipicio. Entonces saqué parte de mi cuerpo fuera y sentí como si volase cuando el fuerte viento me golpeó en la cara. Puede ser que fuera peligroso, pero reconozco que me gustaba mucho más cómo estaba antes a lo que es ahora.

Eso sí, si abandonas la zona más cercana al centro de visitantes (y en la que se agolpan la mayoría de los turistas) y te pones a caminar por el extremo izquierdo hasta adentrarte en los campos de hierba donde pace el ganado, podrás caminar junto al precipicio.

Recuerdo un día en el que el viento soplaba de manera salvaje y mi primo y yo nos fuimos por ese lado y recorrimos un buen trecho cerca del borde. Ese día, debido al viento, se había formado una laguna de agua cerca del campo… El agua provenía del mar (y recuerda que los acantilados tienen 217 metros de caída en su punto más alto). Grabamos nuestra locura en vídeo y mis tíos, tras verlo una vez, dijeron que nunca más lo verían.

7. Ten cuidado con los golpes de viento

Y hablando del viento. Quizá no sea el más indicado para decirlo, pero ten mucho cuidado con él. El viento es traicionero en los acantilados de Moher. Suele soplar con muchísima fuerza y es cambiante. No han sido pocos los que han muerto en un salto al vacío que nunca esperaron. Un final romántico y lírico, pero siempre – o casi siempre – totalmente involuntario.

8. Contémplalos también desde el mar

En la población de Doolin, a unos pocos kilómetros de los acantilados de Moher, podrás encontrar un ferry que te dará una vuelta alrededor de los acantilados a ras de agua. Una manera distinta y bonita de apreciar esta magnífica obra de la naturaleza.

 

Entonces, ¿cuándo nos vemos en los Cliffs of Moher?

 

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