El mar Tirreno baña una de las costas más encubradas a nivel turístico del Mediterráneo. Entre agrestes desfiladeros una carretera serpentea sobre toda una serie de encantadores pueblos con sus playas de piedras pequeñas.
Todas las localidades a lo largo de la Costa Amalfitana fueron declaradas como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y no es para menos.
Tras nuestro paso por la bonita región de Puglia y visitar la sorprendente Matera nos dirigimos hacia la costa occidental de la bota de Italia.
La carretera que une Basilicata con la región de la Campaña es mucho más verde de lo que uno espera en una zona tan al sur del país, apenas vimos pueblos a nuestro alrededor y en unas pocas horas llegamos a Salerno donde nos topamos con la belleza del lugar que nos aguardaba:
Una carretera secundaria nacía de la autopista para bordear la costa Amalfitana por el sur, cruzando las poblaciones de Positano, Amalfi y Sorrento. En un atardecer glorioso, el sol agonizaba ofreciendo colores rojos y violetas, las nubes atenazaban su energía bajo su manto frío y la costa Amalfitana se perfilaba nítida con sus acantilados emergiendo de las aguas y sosteniendo los pueblos que en la distancia parecían livianos.
Seguimos no obstante por al autopista que se dirige a Nápoles para llegar más rápido. Ya saborearíamos los encantos de la costa Amalfitana más adelante. No obstante, esta carretera cubre la costa norte de la península con preciosas vistas al Vesubio y a la isla de Capri.
¿Poco tiempo en Nápoles o por el sur de Italia? Quizás sea buena idea apuntarte a alguna de las siguientes excursiones por la zona. En todas ellas tendrás un guía en español y vienen con muy buenas recomendaciones de otros viajeros:
Llegada y visita a Sorrento
Llegamos a Sorrento y al alojamiento que habíamos reservado. El denso tráfico de esta población turística se dejó notar. Aparcar en cualquier pueblo de la costa Amalfitana es casi imposible y Sorrento no es una excepción.
Veréis en la misma carretera un montón de coches apostados que en ocasiones dificultan el tráfico en peligrosas curvas. Tras dar unas cuantas vueltas finalmente nos rendimos y optamos por aparcar en el parking del hotel que nos cobraron 12 euros por noche.
Nos alojamos en el Hotel Rivage, nada del otro mundo, un hotel venido a menos pero cuyos precios se mantenían al nivel de la ostentación que aparentaban.
Al igual que lugares turísticos históricos como la Costa Azul o Biarritz, la península de Sorrento se hizo famosa entre la aristocracia durante los primeros años del siglo XX y lo veremos en el estilo arquitectónico de sus hoteles más antiguos.
El alojamiento nos salió por 76 euros por noche para una doble con un sobrio desayuno incluido, una habitación que olía a naftalina, una sábanas lavadas en demasiadas ocasiones y vistas poco halagüeñas a un patio interior.
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Lo importante era el entorno que nos rodeaba y apenas pisamos el hotel más que para dormir y poco más.
Visitar el centro histórico de Sorrento es recomendable especialmente cuando los abundantes turistas y visitantes esporádicos desde Nápoles se encuentran haciendo sus itinerarios, en la playa o echando una siesta.
Sorrento es pequeña, tranquila y sus principales atracciones las encontraréis alrededor de la piazza Tasso y las callejuelas cercanas donde existe una buena variedad de lugares donde comer.
Entre los restaurantes que visitamos en Sorrento destacamos el restaurante Parrucchiano. En pocas ocasiones de viaje repetimos un establecimiento pero en Sorrento no nos pudimos resistir. El lugar cuenta con un magnífico jardín interior, camareros de toda la vida con su sarcasmo y buen humor, una extensa carta, buen marisco y unos solomillo de infarto. Por unos 30 euros por persona comeréis de maravilla acompañados de vino y tranquilidad.
Itinerario en coche por la costa Amalfitana
Durante el día lo mejor que podemos hacer en Sorrento es subirnos al coche y realizar un itinerario por la península y conocer la costa Amalfitana. En nuestra primera jornada no disponíamos de mucho tiempo y nos dirigimos hacia el oeste para cubrir la punta final de la península. Llegamos hasta la punta Campanella donde a uno le vienen unas ganas terribles de cruzar a nado la corta distancia que nos separa de la isla de Capri.
Esta zona norte de la península es mucho más tranquila, menos fotogénica que el abrupto perfil que decora la costa Amalfitana en la parte sur. No obstante, merece la pena pasear por ella y disfrutar de las vistas que la carretera nos va regalando de vez en cuando.
En nuestra segunda escapada nos dirigimos a la zona sur para conocer la famosa costa Amalfitana y sus conocidos pueblos, Positano, Praiano, Amalfi y Vietro sul Mare.
El tiempo no nos acompañaba y unos grandes nubarrones nos impidieron disfrutar del paisaje habitual de la zona. Con la falta de sol cualquier paisaje mediterráneo pierde encanto y nuestra sensación a lo largo de la serpenteante carretera fue que la costa Amalfitana está sobrevalorada.
Un pequeño rayo sobre las casitas de Positano posadas sobre el acantilado nos hubieran ayudado a enamorarnos de este lugar tan aclamando entre sus visitantes. No obstante, ese rayo de sol no llegó y la costa Amalfitana no nos sorprendió más que otros lugares ya conocidos como la Costa Brava o la Costa Azul francesa.
Declarada Patrimonio Mundial de la Unesco en los años noventa, la costa Amalfitana se extiende entre los pueblos de Positano y Vietri sul Mare. A través de sus curvas podréis ver pequeñas poblaciones aferradas a la roca, antiguos hoteles vestidos de palacio, lugares como Positano que parecen un anfiteatro erguido entre las rocas con vistas al cielo y el mar y acantilados de gran altura. Si miramos hacia abajo desde ellos, en ocasiones veremos algún barco pesquero lidiando con el mar.
No obstante, circulando por la costa Amalfitana también encontraremos un rosario de coches interminables tras el tubo de escape de un camión a 20 kh/m, y lo que casi nunca veremos es un lugar donde aparcar el coche. Y eso que recorrimos la península durante el mes de enero, así que no me quiero imaginar cómo debe ser en temporada alta.
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