Cuba aguanta nerviosa la respiración porque no sabe lo que pasará en su inmediato futuro. El funeral eterno del eterno Comandante, puro, barba y autoridad de la isla durante medio siglo (que se dice pronto), sigue su camino, tan largo como sus discursos. Mientras tanto, el cubano está famélico con un hambre que no hay manjar del campo, cielo o mar que aplaque. Sí, tiene cartilla de racionamiento. Sí, se gasta el sueldo de un mes en una docena de huevos. Sí, vive bajo una dictadura desde hace dos generaciones y dos Castro distintos (ninguno delgado), pero esa vital necesidad
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